Cualquier duda sobre el futuro del sexo es metafísica.
Habría que ver si los cadáveres tendrán vida eterna o si es sólo
parte del espejismo de nuestros días. El poeta, por lo demás,
hace el sexo con las palabras, además del día a día debajo de la sábana.
Autumn Harvest-imagen tomada de miswallpapers.net
EL DUDOSO PORVENIR DEL SEXO PLACENTERO*
Cualquier duda sobre el futuro del sexo es metafísica.
Habría que ver si los cadáveres tendrán vida eterna o si es sólo
parte del espejismo de nuestros días. El poeta, por lo demás,
hace el sexo con las palabras, además del día a día debajo de la sábana.
Por mi parte, la única duda posible es si la cópula no se convertirá
en otro naufragio en la bestia póstuma del paraíso.
Uno huele las palabras con ese fluido salino salido del bosque:
(“En la turbación de poseernos, no decimos nada.
Voy despacio, para no descargar mi fuerza antes de tiempo,…
Está encima de mí, se agita en mi pecho dando golpes secos.
Los árboles se cortan de ese modo, un golpe para hender y un giro
de muñeca para soltar el hierro después del impacto… Retumba así
contra mi pecho, y yo aguanto orgulloso largo rato, tal como aguanta
un árbol que muerde ácido el hierro que lo trunca. Así caigo vencido,
y ella también cae.”)**
No hay pues, manera de saberlo cuando el escondite del futuro
es incierto, salvo por el calentamiento global del asfalto.
Además qué importa cuando los cuerpos están siempre al ras del suelo;
y el deseo es igual a un tigre hambriento.
A menos que el planeta se inunde de eunucos y lo virtual sustituya
el sentido del tiempo y la carne: la desnudez, el reloj del ansia,
el hervor crujiente de los orgasmos…
mientras eso pasa, siempre un hombre y una mujer combatirán el frío,
beberán sin absoluciones, el desfogue de la hipnosis,
y cierto ardimiento hasta tocar el filo del incendio.
Y sabiendo que este tipo de magnetismo nos roba el aliento,
pues hay que aprovechar el desvelo de la vena encarnada, aire,
que roza sangre e ijares, campana derramada en la llama del eco.
Yo prefiero dudar de la historia y su escapulario de muertes diarias,
pero no de esta puerta de ayes, ni de su fragante tortura,
ni de ese minuto de ráfagas, donde el destino aviva
el cofre del aliento, y vuelve casi perfecta cualquier quemadura.
(No quiero que después de ser antorcha, saliva clara, espuma
rediviva, sea esa llave tiznada por cuchillos, habitación del moho,
o simple mercancía de Mercado Global,
con los altos y bajos de la Bolsa, con la especulación de la asfixia.
De todas maneras, yo si creo en el estruendo de la madera,
en el subibaja del polen, en el dulzor salado de la hoguera,
con todo el sofoco de las dudas pretéritas y futuras.
El sexo será siempre esa extraña fruta con mediodías de queso
Y aristas de crujientes huesos…)
Barataria, julio de 2011
*El título me lo he encontrado en el Suplemento Babelia, cuyo autor es Javier Gomá Lanzón.
** El fragmento ha sido tomado de la novela: TRES CABALLOS de Erri Luca, editorial AKAL LITERIA.
Querido André:
ResponderEliminarPoeta, me gusta la construcción del poema desde el origen del título hasta el intercalado del fragmento en el lugar preciso que viene a dialogar entre tus versos.
El sexo -André- esa raíz que traemos de niños y que nos hace volcarnos a la tierra y ascender al cielo. Que de por sí la mediática nos esta llenando el seso de excremento y pasamos a formar parte de una cifra cuando el placer no es dígito, ni el byte un orgasmo. Pero bien, desde un enfoque en perspectiva, el medio virtual es un adelanto, una aproximación a la realística, pero sin duda no hay comparación en la frescura de un labio o la humedad de una vagina.
Espero no haber diferido en la interpretación, y si difiero, a mí me llega tu vocabulario de esta manera, partiendo desde la reflexión hasta ceder ante el temblor del placer.
Saludos.
Marina Centeno.
A mi me parece atinada tu interpretación y enriquecedora.Respecto a este particular hay, pues tanto que decir, desde el tabú mismo, hasta el albedrío. Pero lo sublime será siempre así, por más mercancia que se venda, en eso que llamo Mercado Global. Los temas, Marina, siempre se dan, desde las lecturas repetidas que uno hace, desde el subconsciente. Creo, además, que uno sin pretenderlo va construyendo los poemas hasta que salen en el momento que tienen que salir. Yo me dejo llevar en esto, soy creyente del fluir de la conciencia y de cierto automatismo para no quitarle espontaneidad al poema.
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias.
André Cruchaga
Ah, pues qué bueno el intuir tus intenciones o tal vez ajustarme a tus querellas, esas que sin saberlo -muchas veces- el poeta plasma sin percibirlo, como un delirio lírico que luego se convierte en una entrada triunfal hacia no sé qué universo. Pero, con cierta razón, tambien afirmo, que las leídas -como lo mencionas- es un arma de muchos filos, porque a cada leída es un paisaje nuevo, o al menos así me lo parece. Por eso vuelvo a lo tuyo, a tus angustias, a tu escondite, ahí donde las armas solo son roces de viento y un sinfín de luciérnagas que alumbran la oscuridad.
ResponderEliminarPor cierto,permítame decirle querido Poeta, que he estado observando fijamente sus fotografías de las últimas lecturas hechas en su ciudad, y me quedo con todas, porque en ellas hay algo que es para mí. Y ya no digo más.
Saludos.
Marina Centeno.
Tienes razón: cada lectura es un viaje y un nuevo arco iris auun cuando en el fondo sepamos que es el mismo arcoiris. Cada poema descarna y reinventa las múltiples caras del ágata; cada poema es también, un asilo de caminantes infinitos, rostros, memorias transcurridas. Uno es el poema (muy a pesar de que estén o no presentes los yoísmos)algo va quedando ahí, pese a ser pasajeros del relámpago. Algo igual y siempre diferentes: tejados a la intemperie o cavidades de la máa dusta entraña.
ResponderEliminarGracias de nuevo por tu tiempo y lecturas sucesivas.
André Cruchaga