Sobre el ojo de agua, el ojo del espejo, la silueta desbordada,
el tiempo que pasa traicionando la conciencia; cada día somos
diferentes en cada sombra repartida: pasamos al vértigo
terrestre del traspatio, al vuelo corrosivo al ras del suelo,...
Imagen de André Cruchaga
FRENTE AL ESPEJO DEL TRASPATIO
A primera vista en su persona no se notaba nada extraordinario,
pero después de algún tiempo, el más mediano observador podía advertir
algo extraño que llamaba poderosamente la atención.
BALDOMERO LILLO
Sobre el ojo de agua, el ojo del espejo, la silueta desbordada,
el tiempo que pasa traicionando la conciencia; cada día somos
diferentes en cada sombra repartida: pasamos al vértigo
terrestre del traspatio, al vuelo corrosivo al ras del suelo,
a las aguas del delirio que nunca pudieron ser contenidas
en el pecho. Un día y otro día mordiendo las esquinas,
anotación de los ojos al margen de las molduras de la letra,
sobre el vidrio plano de la sinuosidad aparente.
No sé si los sueños forman parte de la memoria, o es la memoria
la que los reaviva con la puerta abierta de la boca o el viento.
Sólo sé que porfía en demasía hace más adustos los sueños,
ese trajín de irrealidades sin cadencias.
No me fío de la imagen que lanza piedras sobre las pupilas,
ni de los contornos de saliva que ahogan. (—Me cuestiono
ante las escamas de mi propia imagen: qué haces, le digo,
mientras por mi mente corren los acantilados del viento.
Soy yo, o simplemente, el catálogo de la sombra,
los olvidos reprimidos, los epitafios que a propósito he escrito
en orden alfabético. Tanto he caminado que duele la existencia;
tanto me he visto, que ligero le doy vuelta a la página.
Sólo me propuse, a fin de cuentas, escribir mis excentricidades;
jamás me he detenido en las de los demás, sino en las patas de gallo
de la costumbre, en la cara que tengo frente al espejo que,
por supuesto ya no es la misma: así ha cambiado la sombra,
la metodología del suicidio, los rasgos deliberados de la cara.
El espejo sigue igual, salvo que la salmuera lo corroa,
lo empañe o lo quiebre de tanta sal acumulada.
La luz me ha jugado sucio cuando he querido escribir las sombras
que mastican los dientes, la tinta negra en el cuaderno.)
Luego me doy cuenta que en ninguna parte del planeta hay neutralidad:
una vez corrida la suerte, cualquier itinerario es válido como premisa.
Claro que a menudo se rompe el espejo,
porque el que habla desconcierta a la sombra que lo refleja,
a la conciencia descalza al otro lado de las horas, en el traspatio
donde no hay testigos que desvelen la noche.
Por cierto que en este diálogo he perdido el tiempo en vez de ganarlo:
Las rarezas congestionan mi entendimiento, el desnivel
de las explicaciones me lleva al naufragio, cada litoral que diviso
es una línea ambigua y no el rectángulo perfecto donde me refracto.
Por cierto que no termino de ver los pies hinchados de la historia;
ni los calcetines gastados de la ciencia y la posmodernidad,
veo el resumen hipnótico de mi silencio en el espejo,
y los desagravios acumulados que dan las campanas;
Lo demás es historia: pretéritos, indicativos de mi propio incendio.
Barataria, junio de 2011
Ay -André- qué manera tuya de desplegarte en sombras, de hacerte eco en el abismo, de acontecer volátil sobre el mar!.... y no es resignación la que te empuja hacia los renglones, ni el vacío que hincha la página en blanco, tampoco lo voluble del sexo, ni la casualidad del mundo que gira a diario... será la consignación o la encomienda lo que bulle adentro y se hace hambre o será -tal vez- tu manera de gritar en el silencio...
ResponderEliminarUn beso profundo, hasta ti.
Salud, Poeta.
Marina Centeno.
(Preciosa fotografía)
Bueno, Marina, qué puedo agregar yo a tu comentario, muy certero; y a mi poema, cuando se hinchan las ingles de tanto andar en este planeta.
ResponderEliminarUn abrazo agradecido,
André Cruchaga