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jueves, 9 de junio de 2011

CONSTRUCCIÓN DEL DESGARRAMIENTO


Un instante mal vivido dura más que la felicidad,
pues ésta se esfuma como el éter. En la nube gris del invierno,
el aire anda con muletas; las rendijas de las persianas,
con ojos de recogimiento.
Imagen de André Cruchaga





CONSTRUCCIÓN DEL DESGARRAMIENTO





Un instante mal vivido dura más que la felicidad, pues ésta se esfuma como el éter. En la nube gris del invierno, el aire anda con muletas; las rendijas de las persianas, con ojos de recogimiento. Cada estación del tiempo tiene su propio polen: digamos que la oscuridad es una quimera de la inteligencia; y las hipérboles, una pantalla gigante de nuestros deseos.la buena voluntad a menudo es la impotencia del paisaje,; en el destello de cada día florecen los trenes, crepitan los anfiteatros de las postales, la solemnidad del retumbo de las palabras. En días como estos de aplausos, es difícil ver los túneles, los universos secretos de la ciudad, los semáforos despidiendo estelas de humo, el prójimo deambulando en su persistencia de monedas. En las aspas del éter también se esfuman los deseos, acontecen hervores como el orgasmo en una olla de presión para cocer verduras. En el día a día somos buenos para inventar anécdotas, elaborar taxonomías, evocar a Heráclito, lamer el auricular del azúcar, merecer el amor proscrito de un antro. En el río revuelto del parpadeo, cada quien procura descifrar su propia sombra, esa que lame la yerba de los sentidos.

Barataria, junio de 2011

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