Cada letra, águila en los labios del sueño; vuelo mayor del aliento.
Temblamos cuando recordamos la vocal de la infancia,
la ciega inocencia del aire, el tiempo entregado al eco y la madera,
no al humo quemado del aceite, al nido amanecido
en el eucalipto, a la epidemia de la luz sobre la lluvia.
Imagen Jon Sullivan
CADA LETRA DEL VUELO
need someone to show me the things in life that i can't find
i can't see the things that make true happiness, i must be blind
make a joke and i will sigh and you will laugh and i will cry
BLACK SABBATH
Cada letra, águila en los labios del sueño; vuelo mayor del aliento.
Temblamos cuando recordamos la vocal de la infancia,
la ciega inocencia del aire, el tiempo entregado al eco y la madera,
no al humo quemado del aceite, al nido amanecido
en el eucalipto, a la epidemia de la luz sobre la lluvia.
Aquí estoy, cada letra del sueño una erosión de días y noches,
el granito temprano de las quemaduras,
el ala entreabierta de la puerta,
las imágenes que siempre soñé en la intimidad del cuaderno,
la tinta como césped llegando al aliento.
Cada claridad es definitiva en la alforja del alfabeto: bóvedas, almácigos
en crecimiento,
madera del paisaje en la sazón del vuelo,
siembra del ardor en su íntimo sesteo, el instinto que deslumbra
en el grano, una vez llegada la honda brisa del camino,
el sonido vivo de lo esencial de los sentidos: la redondez del fuego
esculpido en las sonajas de la rama.
Siempre la luz ha sido una estación de aves, cauces hechos
con las hostias del invierno, puertas de germinar todos los días
en el polen, sembradíos resucitados en la respiración.
(Pero no siempre el vuelo es de altura; a menudo, se vuela bajo,
pisoteando los zapatos de la Esperanza,
mordiendo la tierra: el polvo de las aceras, la esquina triangular
del péndulo, las jarcias del tacto, los otoños oscuros de la lejanía.
A ras del estertor como un Lazarillo sobre el surco,
mordemos la clandestinidad de las sillas,
la sombra difusa que envuelve nuestras propias calamidades:
en el pecho, sin embargo, amanecen racimos de cierzo,
hambres inauditas que aligeran el paso de los días,
golondrinas que emergen del alero de las ventanas, ecos de agua
sentida en los poros,
ríos, acaso de una querencia inexplicable.)
Así, en el poema, cada letra es una sed. Vuelo de sencillos meses,
rama donde se va haciendo la existencia, cama donde se gastan
los poros, soles con eficacia de escaleras.
Cada letra en el poema, es un poco de la propia muerte, una puerta
abriéndose sin tornillos, un descubrimiento de la propia herida:
llevamos días de memoria y arenas movedizas,
un pinar de pervertidas ilusiones, escombros de impacientes
lunas, altares de meticulosa saliva.
—El poema nos erosiona como la piedra en la intemperie: gota
tras gota, el silabario de amasados vientos,
mi silabario, a menudo, de olvidadizos pájaros, las arañas
en la certidumbre de las puertas, los silencios de la casa abiertos
a la alegoría de las elegías, a las olas furtivas de las axilas
abriéndose a los muslos del tabaco…
Barataria, abril de 2011
vuela en versos y poemas con las ventanas abiertas para esperar tardes enredadas a ruidos y besos con olores... adorandote sigo aca...
ResponderEliminarLedeska
Amiga poeta, siempre son gratas tus impresiones. Me alegra que siempre me leas.
ResponderEliminarUn abrazo,
André Cruchaga