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sábado, 5 de marzo de 2011

MIENTRAS DUERMO


Mientras duermo, el ojo despierto sobre la luz de la oscuridad:
todo es ensordecida penumbra, vivencia del estertor, acaso esa
verdad que no alcanzan a ver mis ojos ciegos.
Aquí, me rehúso a los sueños desdibujados, al paraguas difuso...



MIENTRAS DUERMO




When i close my eyes i hear your velvet wings and cry
i’m waiting here with open arms…
JUDAS PRIEST




Mientras duermo, el ojo despierto sobre la luz de la oscuridad:
todo es ensordecida penumbra, vivencia del estertor, acaso esa
verdad que no alcanzan a ver mis ojos ciegos.
Aquí, me rehúso a los sueños desdibujados, al paraguas difuso
de la sombra, encima el mundo como un guante sobre mis sienes,
el delirio no tiene banderas,
pero sí, olas y mares que el pensamiento desvela bajo la desnuda
sábana del cuerpo, al pie la sombrilla en la almohada,
quizá la muerte con sus ojos interminables, el cielo abisal
de las palabras, luego la noche tan cotidiana como los zapatos.
Vivo en la herida derramada de cada día: los esqueletos, la queja
del espectro que soy,
la sal comestible de los sudarios,
el latido inferior al pulso de las postales, balcones de ardorosa
hambre, distantes armarios para las caricias.
El río de la vida desemboca en el río de la muerte: la humanidad
entera, la mía, la que va de prisa como una puerta que cierra el viento
con todas sus fauces insensibles, colmillos colgando del horizonte,
cuerpo quemándose en la hoguera de la lágrima.
Es un ir y venir en irremediables embudos: estar desnudo en las aguas
enajenadas de los pensamientos,
tragar la misma saliva de los dientes,
enajenar la mente en los bejucos, oler la sombras hasta hundir
los pensamientos en la carne dolorosa, en la voz de la ceniza.
Mientras, duermo.
Mientras duermo, el reloj sacude el pecho, los horarios ajenos
a la alegría, lo apenas presentido en el abandono.
Mientras, duermo. ¿Duermo? En las raíces del sueño los árboles
en fila, —el fuego en pétalos líquidos, la yedra del rescoldo
en la oscuridad, la tumba dibujada en mis zapatos.
No hay más certezas que este acabamiento interminable: semanas,
De reptiles, ramas grises en los pañuelos,
Arenas derramadas en las sienes, bóvedas, túneles miserables
Que el sueño insinúa en azadones.
Mientras duermo, el sueño mismo tiene destino de alfileres,
Universos de falaces destellos, paisajes de enrarecidas cábalas:
Y sin embargo, viajo así, ebrio de ecos y fuegos,
Herido en la escalera del arcano, vedado a veces, por el escombro
Que repta hasta las sienes como un mapa de desvelos,
Como el aserrín expulsado de la madera…

Barataria, 05.III.2011

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