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lunes, 3 de enero de 2011

MATERIA CAÓTICA


Es inútil la memoria cuando la materia se ha vuelto vertical caída.
Es inútil escapar del propio caos desparramado de la vida.
Son efímeras las luciérnagas en medio del suspenso de la lluvia:
—a la fosa vamos sin más calor que el ataúd donde confusión
y oquedad son pródigas.
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MATERIA CAÓTICA





¡Una llamada interminable! Es la respuesta de las campanas del vacío,
a las campanas del vacío, al vacío bajo campanas...
El hoyo-escotadura en pleno corazón de la vida.
¡Oh la espina clavada en la historia del mundo![
JEAN PIERRE DUPREY





Es inútil la memoria cuando la materia se ha vuelto vertical caída.
Es inútil escapar del propio caos desparramado de la vida.
Son efímeras las luciérnagas en medio del suspenso de la lluvia:
—a la fosa vamos sin más calor que el ataúd donde confusión
y oquedad son pródigas.
El fuego arde en la yerba temblorosa de las aguas; en le neblina
seca colgada en la espalda del tiempo;
hay cuevas debajo de las piedras del grito y antros alrededor
de la sonrisa.
Vivimos una época con siniestros pronósticos: si la sombra es el ojo
descuajado del horizonte,
si un día tendremos la fluidez de las almohadas como un río
de habitantes felices. —las alacenas no nos ofrecen el arco iris,
ni la respiración es un presente de gracias;
salvo los cementerios, lo demás es ruido galopante, muros de fuego
voraz, mareas de kilómetros de oscuridad,
donde la agonía es tan evidente como la sed: todos dormimos
en la sal apocalíptica de la deshora, en el bambú de la vigilia,
en los tiestos de un idioma hiriente, en la espuma agónica
de respiración con todas las amenazas de los símbolos y utopías.
A menudo nos conformamos con el confeti de los escaparates:
—comemos doce uvas, sacamos maletas, cambiamos los colores
del ansia cuando en realidad,
ahí en las aceras, está el hombre con su piel raída,
el niño bostezando de hambre, los ancianos mordidos por sus osamentas,
el frío galopante del planisferio, la flor marchita del misterio.
Cada vez tenemos bozales en la boca y agónicas verdades en los ojos;
(cada vez que te desnudas, veo el hollín de los cuartones,
el majoncho mordido por las ratas,
la fantasía debajo de los naumáticos, la zozobra en cadenas de radio,
y en anuncios en primera plana de los periódicos.
Es el tiempo sin duda, con los puntos cardinales al revés.
Desnudarte, después de todo, entre polilla y comejenes es un acto
de mis libertades paranoicas; saciarme en vos es endulzar la salmuera
de los días proféticos,
limpiar el karma con métodos naturales, salvar algunas palabras
del dolor, —desnudarte es entrar al escondrijo de las enchiladas,
del recaudo de los tamales pisques.
Desnudarte, después de todo, es vaciar los poros en el espejo mordido
por las llagas del páramo. Aún más, —pienso—, desnudarte
es olvidarme del escombro, de los cuchillos, de los fuegos artificiales
del “Torito pinto”, es olvidarme de la basura en las calles,
de los papeles sucios colgados de las verjas,
de los matorrales donde los pájaros anidan sin ningún futuro.
Desnudarte, después de todo quizá sea, la forma de vestir mi rebeldía.)

Barataria, 02.I.2011

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