Los recuerdos vienen en envases de trementina, en tanto
Los helechos de los párpados cuelgan de las sienes…
Cuando me da por buscar cementerios en mis viejos libros,
Siempre traigo a cuenta lo famoso que es El Cementerio de Montparnasse:
Aquí ruedan en acantilados como locos revólveres,
Benjamín Péret, Desnos y Jean Paul Sartre, entre otros…
Los helechos de los párpados cuelgan de las sienes…
Cuando me da por buscar cementerios en mis viejos libros,
Siempre traigo a cuenta lo famoso que es El Cementerio de Montparnasse:
Aquí ruedan en acantilados como locos revólveres,
Benjamín Péret, Desnos y Jean Paul Sartre, entre otros…
A VECES, LOS RECUERDOS…
Por las ventanas cerradas los pájaros se obstinan en hablar
como peces de acuario.
ROBERT DESNOS
ROBERT DESNOS
Los recuerdos vienen en envases de trementina, en tanto
Los helechos de los párpados cuelgan de las sienes…
Cuando me da por buscar cementerios en mis viejos libros,
Siempre traigo a cuenta lo famoso que es El Cementerio de Montparnasse:
Aquí ruedan en acantilados como locos revólveres,
Benjamín Péret, Desnos y Jean Paul Sartre, entre otros…
En sus lápidas crecen pequeñas lencerías de mariposas;
Una lluvia de ceniza pinta espejos y revienta sostenes de rocío.
No sé si guardan todavía en sus uñas, formas parecidas a la tinta,
A esa tierra que nos cubre el rostro con su teatro de duendes,
Al tiempo con las sombras tendidas en el viento, en el gemido
De la planta de los pies, en los poros de la piel donde florece
El humo y la carne pasa a ser una forma de nuestra risa.
Por supuesto hay otros cementerios menos memorables.
Los predios baldíos donde priva el anonimato; allí los moscardones
Deslizan su viscoso ombligo y vagan hechizados
Como el humo estridente de los más atroces Apocalipsis.
La maleza sustituye los cirios amarillos y las rosas
Y los pasadizos secretos de las moscas y los murciélagos.
En la nada se hacen infructuosa ceniza, en la nada la soledad
Interminable de los ojos implorando en la noche.
En la nada andamos la silueta de un río y una moneda de sombras,
Indecisa como el miedo en el rostro de la primera felonía.
En la nada es posible esconder el rostro a la luz de los espejos
Sin que lo humano figure en primera plana de los diarios,
Ni en los espejos que copian la vacuidad y las estridencias.
Bebido este clímax de sucios pájaros y senderos punzantes,
La embriaguez no es menos ululando en las sienes,
Tampoco lo es fumar debajo de las sábanas sin incienso,
Ni ser testigo ocular de la escoria tendida en el costado de la tristeza,
Ni caminar sobre el césped muriendo de peligrosas cruces.
A veces los recuerdos nos cortan la respiración. A veces.
Por ejemplo, cuando los imperios recorren impunes
Las pantallas de la televisión y hacen de la sangre un laberinto
De fatídicas túnicas. O cuando la destrucción destiñe los telares
Del alfabeto, la materia misma del pensamiento, hasta convertirla
En inmunda ciénaga de lluvia ácida…
En otras, la respiración se vuelve túnica sigilosa: ruda del hálito,
Inequívoca sangre de Dios, y no vertedero de confusos cadáveres,
Y no imaginaria realidad de los telenoticieros,
Y no tentativa de rancios balcones herrumbrosos, siempre
Retratando abolengos de sospechosa suerte y tiempo.
A veces los recuerdos, son sólo eso: recuerdos, tránsitos fallidos
Mendigando en el desierto esa inefable agua de la vida…
Barataria, 20.IV. 2008.
De: Avidez del espejismo, 2008
Querido André:
ResponderEliminarEnvasar los recuerdos y coleccionarios es lo mío y me ha pegado en el centro tu poema, ha absorvido la médula y el intestino, porque llego a lo tuyo como flor en primavera -abierta-.
Y te absorves del polen y mi cabeza.
Te me hundes en el pecho -André- como la estaca, que venera la sangre que se vierte, que prolifera el dolor de tal manera que la vida deshace los engrudos que el recuerdo formó con nuestras penas.
Celebro el domingo con tu poema, querido Poeta.
Salud, Maestro.
Desde mi Yucatán, un beso respetuoso.
Marina Centeno
Recibo tu beso, pero sin respeto en honor a la poesía, a la vida, pues así son más perdurables los recuerdos: el poema, la letra titilante, la campana o campánula de todo el alfabeto
ResponderEliminarCon respeto o sin repeto
ResponderEliminar- yo te beso-
Te beso el dolor
Te beso la tristeza
Te beso la sutura del alma
Te beso la carátula del poema
Marina Centeno
Pues, sí, como lo deseado y deseante para parafrasear a Don Juan Ramón Jiménez.
ResponderEliminarGozo el beso en la proeza de la tierra,
en los minerales del pálpito,
en la oscuridad de las alienzas,
subido al árbol del jilguero.
Un abrazo,
André Cruchaga
Pues, sí, como lo deseado y deseante para parafrasear a Don Juan Ramón Jiménez.
ResponderEliminarGozo el beso en la proeza de la tierra,
en los minerales del pálpito,
en la oscuridad de las alienzas,
subido al árbol del jilguero.
Un abrazo,
André Cruchaga