Noche por fin, esta palabra sin blancura. Desde el fondo los focos
Menguados del alquitrán, el aserrín sobre la carne,
El hollín en las pupilas,
¿Cuánta pus cabe en las sartenes, —golondrinas deshechas
Ardiendo en la herida,
Días sin calendario, sobreviviendo a un cielo de polvo infestado
Por los desvelos y la espuma encallada en los vados.
Menguados del alquitrán, el aserrín sobre la carne,
El hollín en las pupilas,
¿Cuánta pus cabe en las sartenes, —golondrinas deshechas
Ardiendo en la herida,
Días sin calendario, sobreviviendo a un cielo de polvo infestado
Por los desvelos y la espuma encallada en los vados.
Imágenes en blanco y negro
NOCHE POR FIN ESTA PALABRA SIN BLANCURA
Viene la noche suena la hora
Y los días se alejan
Y aquí me dejan
GUILLAUME APOLLINAIRE
GUILLAUME APOLLINAIRE
Noche por fin, esta palabra sin blancura. Desde el fondo los focos
Menguados del alquitrán, el aserrín sobre la carne,
El hollín en las pupilas,
¿Cuánta pus cabe en las sartenes, —golondrinas deshechas
Ardiendo en la herida,
Días sin calendario, sobreviviendo a un cielo de polvo infestado
Por los desvelos y la espuma encallada en los vados.
Terco el lecho sin pronunciar palabras,
El extravío del rostro en el cieno.
Hay debajo del humus colonias de hormigas. Profundas regiones
De eclipses, harapos insolubles colgando de las puertas.
¿Hasta dónde llegan las sílabas del mecate: este pantano donde uno
Desciende en lápidas oscuras?
Hasta cuándo veré surgir la barca del fango, la isla ciega del relieve,
El trastrabilleo de la lágrima en la emboscada de la carne?
—El sobresalto ramifica los sentidos. Los dientes muerden el tapiz
De los armarios. Ríe el río rojo de las serpientes.
He aquí estos gusanos de mendicidad en el estribo de la albarda.
He aquí el ciempiés hiriente en la garganta.
El monstruo de los agujeros.
La raja de leña falsa en la cocina. Me río de las bendiciones junto
A un lavatorio, del abrazo oprobioso de la codicia,
De la res golpeada por el cuchillo en el matadero. No. Son imágenes
Sordas. Imágenes salidas del sadismo.
Caminamos en el universo tardío de los cigarros. Hay minutos donde
No caben los besos sino la zozobra, la miopía inmóvil de los minutos.
Las calles hablan con sus andenes sucios. ¿Dónde está el tiempo
Sin escamas, el árbol doméstico
De las palabras fiables, la ventana gregaria de las ilusiones,
La luz profética de lo verdaderamente humano?
Río al margen del filo de las luciérnagas.
Reír, que ya es vivir. A pesar de los platos rotos, río. Almohadas con
Hormigas y comejenes, limonadas de oscuridad,
Candiles de invierno en la muerte.
No sé si pueda caminar entre una y otra alambrada. Entre uno y otro,
De los tantos desfiladeros del reloj,
Entre la vaca flaca de la Esperanza, entre rostros agrietados tras
La batalla. Ningún nudo es infalible, aún el nudo ciego de la gota de gas
En el fósforo. Los días son así, a menudo sin objeciones.
A menudo colgados de un tabanco hollinoso, entre guineos majonchos,
Y telarañas de serena negrura.
Al final, sólo quiero, el carbón para escribir en las paredes mi aliento.
Barataria, 19.IX.2010
Siempre tú -Poeta- rodeado de gigantes que absorven la húmedad en los armarios y entre sílabas se acercan hacia ti... Todo tiene un lugar en tu mirada -André-, si enumeras los pétalos que faltan para la llegada o diluyes los días en el café. Y -creo- no existe algún sitio, algún pozo, alguna oscuridad, donde tus dedos no hurgen en la llaga, o tus labios no rocen la semblanza triste de la oscuridad....
ResponderEliminarBuena noche, Poeta.
Saludos.
Siempre están ahí, marina, los duendes en plena oscuridad; a menudo saltan del subconsciente, después de hurgar en la madera. Este Universo es tal que nunca terminamos de nombrarlo.
ResponderEliminarGracias por tu generoso comentario.
André Cruchaga
Ah..! y es en la oscuridad donde las cosas adquieren otro matiz, otra dimensión, otra forma, porque las sombras rozan levemente las figuras y las hace gigantes o pequeñas, diminutas o expansivas...y es ahí, precisamente -André- donde el Poeta busca por donde surge el destello o el halo, o el nombre que revienta en las paredes...
ResponderEliminarMarina Centeno
El polen oscuro de las habitaciones
ResponderEliminarse vuelve como el musgo
de las abejas,
ateridos, indescifrados nacimientos:
ese otro laberinto ebrio en la almohada.
Asumimos la compañía del vértigo,
el doble cielo
del orgasmo en la conciencia.
André Cruchaga
Será acaso la almohada del Poeta la musa que mancilla o la amante que riega de semillas....será acaso que duermes -André- mientras tiemblan tus labios y tus dedos crepitan por figuras y formas...será acaso que todas las palabras -tus palabras- llevan impreso un día en el calendario, una fecha, un reloj en la pared...
ResponderEliminarMarina Centeno