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martes, 6 de julio de 2010

RESPIRACIÓN A FONDO

Las palabras mueren en las palabras. El ajo de la consonante.
La luz oscura de las aliteraciones. El sarcasmo con ciertos eufemismos.
Gradación de sinatroismos, como el yodo en la herida del reloj.
Es la imagen del cine negro el oxígeno de los zapatos.
Pintura: Georges Braque








RESPIRACIÓN A FONDO







À corps et à cris
Elle appelle son double
À feu et à sang
DANIÈLE TROTTIER







Las palabras mueren en las palabras. El ajo de la consonante.
La luz oscura de las aliteraciones. El sarcasmo con ciertos eufemismos.
Gradación de sinatroismos, como el yodo en la herida del reloj.
Es la imagen del cine negro el oxígeno de los zapatos.
La escalera obsesa de los panes rotos, sin misterio en esta perpetuidad
De la muerte, en esta abundancia de utopía sin memoria.
Los vitrales se pierden en la ceniza inhumana de las manos.
Es clara la apostasía que cuelga de la noche. —Es calara la bestia
Sobre el tejado: el sonambulismo hace del miedo, lluvia de candiles,
Aguas de abierto desdén, no de rompimiento al polvo.
Mueren las palabras junto a las palabras.
Muere el alfabeto en la piedra de la soledad. En la sangre gemela
De las sombras, armarios de dudosa confluencia. Ahogos de usadas
Piochas y azadones, —almohadas de inquietantes insectos donde
Trabaja el agua negra de las esponjas y los albañales.
Vivimos noches de asonancias por más hojas que brillen los pétalos,
Por más clara la elocuencia y oscura la mesa.
Aquí escribimos en el secreto de las vigas. En los aleros del cuartón.
En la flor negra de la oscurana,
Sin más sábanas que la inocencia de los chufles en medio del follaje
Incierto de las tautologías.
Vuelan como Ícaro las palabras de las ventanas, —las veo transformadas
En la rebelión de los sapos, en el ojo negro de los insectos,
En el charco recóndito del orégano.
Sólo queda ver los féretros en las alas de los murciélagos.
El globo terráqueo disfrazado de bola de cristal o, en todo caso,
De pañuelo desdoblado en el curul donde crecen las guayabas.
Las palabras mueren en las palabras. Están muriendo disecadas.
Las palabras mueren en las palabras. Las muelas cordales las consumen.
Las palabras mueren en las palabras. Del pecho a la piedra, ecos;
La caspa en el peine de las cejas, los viejos guacales desfondados,
El cloroformo en su patetismo de sueño.
La sangre duele aunque se proteja con paraguas: duele el cofre ciego
De la sal sobre los párpados, duele este mar en nosotros
Colgando del pecho como un semoviviente…
Barataria, 28.VI.2010

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