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viernes, 26 de febrero de 2010

RECUENTO PARA UNA ELEGÍA

En este momento quisiera elevar el alba a perpetuidad.
Borrar de una vez las esquinas indeseables de los faroles,
La velocidad de las carretas en el tedio de mis sienes.
Ilustración: Gustave Courbet









RECUENTO PARA UNA ELEGÍA







Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?
WISLAWA SZYMBORSKA







Después de atravesar por calles fatigadas. Después de morder
Trajes vacíos, queda la sensación del polvo en las pupilas.
Haber vivido mordiendo la salmuera del calendario,
Sin más previstos que el réquiem de las campanas los domingos,
No deja otro umbral que la noche vacía.
El tiempo se agota en la taza de café que humea en la ventana.
Los perros mordiendo las sombras sucesivas de los muertos.
Hay cementerios como merienda en la boca.
Todavía Ulyses sin arrancarse la nostalgia. La risa en el escombro
De la espuma, erguida sal en la memoria.
En este momento quisiera elevar el alba a perpetuidad.
Borrar de una vez las esquinas indeseables de los faroles,
La velocidad de las carretas en el tedio de mis sienes.
El chorro de saliva de los centímetros no alcanza para medir
La distancia, el desplazamiento de la prisa, la huída o el odio.
El ojo abre las millas de las circunstancias, los kilogramos
De pesadez, las semanas sin verjas ni jardines, sin pájaros sin fuentes.
Uno se queda al final, en el presidio de la Patria:
—Descendemos al subsuelo para comer estiércol, amamos la propia
Herida en el costado, el dolor nos susurra como una melódica
En los durmientes del olvido.
Ayer apenas resucitamos de la duda. Ayer apenas caímos en el tiesto
De la alfarería, en los guacales torcidos de las sombras,
En el plato quebrado del agua, en los ciempiés del incendio
Incontrolable, en la iglesia proscrita de mis devociones litúrgicas.
—La vida es un leerse uno mismo e ir torturando las pupilas
Hasta que la ternura rompe sus zapatos. Hasta que nos vaciamos
El hastío o esta temperatura de los juegos pasionales.
A menudo en los ojos se enredan miedos profundos. Hace falta
Desamarrar el cielo para saber lo que somos aquí,
En este bosque de ignominias.
El olfato es bestial cuando uno abre las ventanas. Cuando la flauta
De la saliva se enreda en la lengua. Resulta impensable sobrevivir
Entre tanto naufragio, entre tempestades siniestras,
En medio del zumbido de los páramos.
Un día ya no seremos y esta es la mayor negación pasional.
Llevamos líneas descoloridas como lanzas en las manos.
El sollozo se ha vuelto la música hueca de la lluvia. Sus fantasmas,
La nicotina que se nos volvió ráfaga en la respiración,
El triciclo de los escondrijos cayendo al abismo.
Tu cara y la mía en fatídicas piernas. La tormenta espiritualizada.
Los cuchillos de las palabras, peores a los cuchillos reales.
Este siempre jugar a los límites para espiar el horizonte.
Ciego cometa la babel de las luciérnagas. —ciego “del gran vuelo
Terrible, agujero después de haber ganado nuestro pan”.
Barataria, 19.II.2010

domingo, 21 de febrero de 2010

PATRIA DE MI PECHO

Quizá debamos saber o preguntarnos si los espejos son navegables,
Si todos los nombres caben en la misma herida,
Si la lengua es capaz de descubrir el hábito de los veranos.

Ilustración: Salvador Dalí









PATRIA DE MI PECHO







Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero
son las únicas en delatar el negro infierno interior que me habita…
LOUIS ARAGON

Huyen el lento día y la noche serena
Mas nunca vuelven
Los tiempos que pasaron ni el amor ni la pena
GUILLAUME APOLLINAIRE







Hay lugares extensos como el horizonte. Ventanas de recuerdos
Donde se hacen imposibles los olvidos. Me sucede siempre
Y duele la huella de náufrago en los dedos.
Duele el tiempo de rodillas, sin disolverse debajo de los poros.
La noche la encierra la hojarasca del invierno: —Este invierno
Súbito de los relojes, el agua partida por las sábanas de la brisa.
Quizá un día el silencio ya no resista estos cirios en las manos.
Quizá un solo pecho dibuje mi Patria: —Vos, como una ciudad
Sin dolor, con fondo de trenes sin cansancio.
Quizá debamos saber o preguntarnos si los espejos son navegables,
Si todos los nombres caben en la misma herida,
Si la lengua es capaz de descubrir el hábito de los veranos.
Se hace tarde para ser feliz en medio del desierto. Justo los horarios
No tienen ropa para arropar el interior de la tristeza.
Los párpados se acaban en los muelles. [Vos lo sabes ahora que
Se te van los ojos; y los amarillos huelen a conciencia ensombrecida.
Vos que sos esa gota terrestre de los surcos y el arado].

De tanto caminar están rotos los calcetines del empeño.
El musgo en el lecho ciega los ojos. Los crepones de suspiros
Oscurecen las ideas. El alma sangra en las vísceras del alfabeto.
Cuesta sostener toda la ceniza en el cuello. Los cadáveres saltando
Sobre los pómulos, el riesgo atroz de no saber los propios límites.
En la camisa del vértigo, hay hostias desahuciadas por la lengua.
—Hay noches de feroz hollín. Y ese balcón donde se cuelgan
Los párpados para hacer cierta la verticalidad del día.
De pronto me doy cuenta que somos incapaces de hallar la luz.
De juntar la claridad sin que deje de transcurrir el conocimiento
De las cosas. Le damos puntapiés a la alegría.
Mientras mordemos el quejido que traspasa nuestro destino.
Siempre se hace verdad la noche sobre la Esperanza.
Siempre la borrasca derriba las puertas. El reino dulce del aliento.
Suena la noche como un caballo de resortes.
Suenan los signos de la caverna en el dictamen de las sombras.
Un día sólo seremos la memoria del viento en asustados balcones.
El día entero pega alaridos.
Hemos llegado a la sal de nuestros huesos. Y lamemos su escoria.
Algo dice que las puertas cuelgan de las aguas del cansancio,
Y que las campanas naufragan en la fronda de los pájaros.
[“El gran drama en que mi existencia
es el zarzal ardiendo, el objeto de tu venganza cósmica, de tu rencor de acero.
Me llevas en tu sangre y en tu aliento, nada podrá borrarme.”]
Te has vuelto témpano para mi virilidad. Lecho sin divisas como el País
Que tenemos, como el sumo gris de las rampas a desnivel.
—¿En qué idioma silban los enjambres, el exorcismo de las doctrinas,
La fábula de los cangrejos, el alcanfor de las declaraciones?
Siempre las mismas cucharas oscuras de la breña. La colmena
Del ciprés como un fetiche, el cascarón quebradizo de las promesas.
Vos y yo no cabemos en esta Patria: Lo digo sin lamer el estanque
De las luciérnagas. Lo digo a pesar de los analgésicos: Vos mi Patria,
Herrería subterránea en mi pecho…
Barataria, 18.II.2010

sábado, 20 de febrero de 2010

DÍAS EFÍMEROS


Ilustración: Fernand Leger








DÍAS EFÍMEROS







¿Eres tú, Nómada, quien nos pasará esta noche a las
riberas de los real?
SAINT-JOHN PERSE

¿…en qué piensa ese hombre
A la hora del crepúsculo
Sentado en una roca frente al mar?
ÓSCAR HAHN






Cada suburbio tienes sus propios taxis y peatones, pulperías,
Y adiestrados perros de compañía.
No sé que haces, hoy, caminando por las calles del Bronx;
Antes a la orilla de la línea férrea de las estrellas con la prisa
De un hot dog o una hamburguesa en la mano,
Tratando de descifrar tu propia desnudez.
Antes, claro, fue en esta bestia de País que tenemos llamado Patria.
No sé si un día nos perdonaremos tanto vejamen.
—Tal vez descubramos el gran baile de títeres. Los cadáveres
Tiritando en las encías, el olor nauseabundo de las mordeduras.
En realidad nosotros no sabemos conspirar contra la ignominia,
Ni contra los que conspiran cuando ejecutan danzas macabras.
Nos hace falta un océano de amor.
Quizá bocas ásperas para sacudirnos los desafueros, las poluciones
De hollín en los días efímeros que nos toca vivir.
Vos sabés toda la verdad que soltamos al momento que nos besamos.
Los dos del color de los majonchos maduros cuando el olfato
Se llena de miedo, cuando la piel de la duda nos perturba.
[Luego supe que adorabas ciertos fetiches y falos. Sobacos y cartílagos
De perversión, juegos terminales y no sé qué otras cosas más].

Mas allá de los gemidos ciegos del orgasmo, nunca dijimos nada.
Juraría que aullamos con lascivia queriendo descifrar los códigos
Del sánscrito, y los dictámenes resurreccionales del poder.
Desgraciadamente nos olvidamos de nosotros mismos. Hesíodo
No nos salva de este páramo, ni el frenesí de la otrora Marilyn Monroe.
Tu vagina siempre enloqueció mi almohada.
Claro que no tanto como los dramas pasionales de los espías.
A un paso de la muerte, siempre nos divertimos con la pólvora,
Con esa turbulencia de los manglares,
Con los burdeles a media luna, a medio amanecer, fumando
Kilómetros de desvarío. La vida aquí, no es tan diferente a la que vives
Allá al compás de la vertiginosidad.
—Aquí la melancolía todavía no mata, aunque hace tantos estragos
Como el alza en costo de la vida. Un día me pedirás que suture
La película de nuestros espejos rotos, que rearme los roperos
Y las alacenas, que nos curemos clínicamente de este vaho de Sodoma.
Piedad jamás pedimos a nadie. Ni siquiera la necesitamos.
Por supuesto no sé si cambiaría nuestra suerte bañándonos con ruda
Frente al amor que nos tenemos. Frente a la ráfaga paupérrima
Que cae todos los días en nuestras sienes.
Es difícil romper el cordón umbilical de nuestra locura. Todos los juegos
Que una vez jugamos, toda la desnudez tuya en mis manos,
El escondrijo de los poros,
Y esa niebla eléctrica a quemarropa derramada en los dedos.
El País ha cambiado tanto que sólo nos salvan nuestras piernas.
Por eso ya no te preñez: Hay demasiada perversidad en nuestra brama,
Aunque esté convencido que vivir es un acto heroico…
Barataria, 17.II.2010

viernes, 19 de febrero de 2010

CÁRCEL INMEMORIAL

Remota la aldaba en el traje de las pupilas. El revuelo de los párpados,
La intuición ultramar de los espejos en las fábulas. El éxodo
Galopante de las adivinaciones, el despertar aterido entre dragones.

Ilustración: Salvador Dalí








CÁRCEL INMEMORIAL







…y nadie sabe si le seguirán los frutos,
las palabras, los reproches disimulados.
ALAIN BOSQUET

Sobre la voz que va excavando un cauce
qué sacrilegio éste del cuerpo, éste
de no poder ser hostia para darse.
CLAUDIO RODRÍGUEZ








Remota la aldaba en el traje de las pupilas. El revuelo de los párpados,
La intuición ultramar de los espejos en las fábulas. El éxodo
Galopante de las adivinaciones, el despertar aterido entre dragones.
Sancho a mano alzada en el laúd de las aldeas.
Inclementes son las balanzas intempestivas del vértigo.
La masa fatua de las cúspides. El caudal de lanzas en el andamiaje.
No hay vehemencia en las celdas inmemoriales de la conciencia,
Ni en el dolmen de los poyetones, ni en los goznes del alfabeto.
La soledad fulge como un azor en cada rapto de los sismos.
En cada oscuridad el camino hondo de la vigilia.
El sacrificio de las alambradas. El imán de los estribos subterráneos.
Existir siempre es una suerte de fósforos entre la osamenta,
Mas cuando los cerrojos se han convertido en vigía de los pasos.
—Uno termina por no saber si pueden lavar los exorcismos,
La costumbre del acero en las sienes,
Los pantanos de la hilaridad sarcástica,
El monolito del silencio en la precariedad de los taburetes.
Dentro hundimos las manos sin cruzar la puerta de las alacenas.
Ahí el aroma nocturno de los celajes, el fantasma de las palabras,
El ixcanal abriendo la luna de la sangre.
[Afuera suenan los encajes del subsuelo, los rieles de los estornudos,
El violín de los caminos desvanecidos, la mochila del pálpito,
En cogollo del pan en las espigas de la resistencia.
—¿Dónde, adónde será mar la Esperanza? ¿Dónde, adónde el bambú
Abrió la claridad y calla la boca de la piedra?
¿Dónde, adónde es surco el lazarillo del monólogo?
¿Dónde, adónde estás apartando el hollín de las compuestas?]
—Ciertos son los pies cuando están sobre la tierra
Cuando el polvo propagado no es cuaderno para ciegos.
Las escaleras del cielo hoy están más ocupadas que nunca.
No sólo tienen vértebras y alforjas en los peldaños, sino pedazos
De pañuelos. —¿Desde cuándo el suspiro es agua en la ventana?
En resumen, agua sin disparos. Tormenta sin huesos.
Están aquí los tornillos del pálpito. El mortero de los alfileres.
La fronda fragmentada del alma. La soledad que se hizo dueña
Del empeño, emporio crepuscular de la audacia.
Partimos en un instante, la noche y el día: —hicimos las banderas
Y los muros; inventamos las iguanas sobre las heridas.
Todo es menos cierto que los cocoteros del horizonte. Aunque,
Ciertamente, todo cabe en las obleas redondas de los círculos,
En el almuerzo de sillas decapitadas,
En la madrugada con frío donde Cristo transpira.
La mitad de la herida la hemos perdido en la vida. En el sofá
Del césped, gotea el hollín de las reminiscencias. Gotea el azúcar.
Gotea la sal. Arde el celofán del tejado en su huída.
Ahora no hay jabón para lavar las ausencias. Sólo acólitos
Murciélagos en la extenuación de la saliva.
—Sigo, seguimos, en esta cárcel inmemorial de las acefaleas
Invocando el agua fresca del corpiño. La puerta del espejo.
Barataria, 13.II.2010

jueves, 18 de febrero de 2010

VELÁMENES

¿Pensamos, acaso en los velámenes de la tarde. En la sal amarilla
De la claridad, en las lentas embarcaciones del vaivén?
En el tafetán esférico de las olas en plena espuma.
El bosque sin huellas nos pierde en su contorno líquido.
Ilustración: Edgar Degas








VELÁMENES







Mientras tanto
lloramos el dolor de cada uno...
y el vino en que lloraste era común.
Tuvimos que beber del mismo llanto.
CAMILO PESSANHA

…me llevaban a rincones secretos
para hablarme de jardines abiertos de par en par
y del sentido de la vida;…
SALVATORE QUASIMODO






¿Pensamos, acaso en los velámenes de la tarde. En la sal amarilla
De la claridad, en las lentas embarcaciones del vaivén?
En el tafetán esférico de las olas en plena espuma.
El bosque sin huellas nos pierde en su contorno líquido.
Nos pierde el cordel del horizonte. El oído insomne del sonido,
El tapiz de la muerte por donde caminamos, el cuchillo del reloj
Abandonado en los litorales. A veces, la queja de la lengua.
La insolación perpetua de nuestros cuerpos, el fuego inútil
De los pinos, el búho quemado de tus senos.
A veces, la agonía del crepitar. Los goterones de la intemperie,
Sobre los caracoles de los poros.
La boca vacía las lunas desprendidas del horizonte.
Cada vez nos envuelve la toalla fatua de las enredaderas.
En cada braceo lanzamos como ballenas nuestras piernas.
Es probable que nunca alcancemos a caminar sobre las aguas,
Pero habremos derretido la noche en nuestras raíces.
Es probable que siempre busquemos nuestros rostros en los aleros
De la sal o el azúcar o el jengibre, o en el agua azucarada.
Siempre estamos buscando las ramas de los duendes para subir
A la clemencia mágica de los pájaros.
A quienes no les importa la vida, no pueden entendernos:
—No pueden entender la noche o el día de los amantes. El cuerpo
Vívido de las orquídeas, la polución del fuego natural de los espejos.
Cada uno lleva fosforescencias en la esquina de los bolsillos.
En la niñez de pronto salida de la calle de los capiruchos.
En el tobogán silencioso de la penumbra.
En la punta borrosa de los zapatos del viento.
Ninguna llave puede por si sola abrir las ventanas y tu pecho.
Los azacuanes de tus pezones en mis manos. El libro abierto
De los armarios, la playa rosada de los recuerdos en tu ombligo.
En la rueda de los ojos no cesan las fotografías.
Siempre es así la pantalla blanca del cloroformo en botellas.
La cápsula del atardecer en la dulzaina de las cejas.
El pasillo de los colores en plena oscuridad.
Desfallecemos frente a la erización del humo. Frente a la carretera
Del pecho sin avenidas, —al suspiro de barrio de los jardines.
—¿Cuánto tiempo gastamos en el paraíso de una sonrisa?
Cuántos traspiés para subir los acantilados, sin clínicas.
¿Necesitamos hacerle un strip-tease al cielo para entrar, lavados
Nuestros pecados capitales, nuestro azogue sin abanicos?
Los días son más ciertos cuando te desnudas frente al tocador,
Cuando quitamos los cartones que nos sirven de alfombra o cama,
Cuando el colibrí dibuja caminos alegóricos.
Para cruzar los espacios cerrados de los túneles, necesitamos,
Los impermeables dedos del ocote,
El cielo luminoso de los girasoles, los puentes colgantes del anhelo,
Y esa cal viva de los muertos para preservar nuestros huesos.
Barataria, 12.II.2010

lunes, 15 de febrero de 2010

MUECA DEL DISFRAZ

Tal vez nunca descubramos el gris de los cristales. Esa mueca
Del disfraz. Los días amarillos de la espuma. Los guijarros
Violentos del reloj. Los sueños en el visillo de la oscuridad del alma.
Ilustración: Edgar Degas







MUECA DEL DISFRAZ







Es la hora reductiva del monólogo
en que interrogo a mi Hacedor
sobre esta máscara que ha de volverse polvo,
sobre este polvo que sigue hablando todavía
aquí y acaso en otra parte.
EUGENIO MONTEJO








Tal vez nunca descubramos el gris de los cristales. Esa mueca
Del disfraz. Los días amarillos de la espuma. Los guijarros
Violentos del reloj. Los sueños en el visillo de la oscuridad del alma.
Tal vez fue muy pronta nuestra muerte o, nuestras vidas
Demasiado tempranas para después hacer bocetos con paréntesis.
El tiempo termina siendo una superposición de papel celofán:
—una explosión donde levitan miradas inciertas. Una ambigüedad
De los colores en nuestros ojos cansados.
En las ventanas reverberan pájaros moribundos.
Muchas palabras como la ráfaga estridente. Mucho zinc
En el estampido de las serpientes. Muchas pipas líquidas al óleo.
Nunca dejamos de ser casi un mundo vegetativo.
Vivimos lo que perdemos en el instante cegado por los ojos.
Dejamos de vivir la centella de lo ganado: —Los signos augurales
Del estremecimiento. El chaparrón de aire en los sentidos.
A menudo el granito es nuestra más cierta palabra.
No hay criptas que velen concientemente los lirios del camposanto.
El barro que somos está abierto al horóscopo y a las castas astrales.
Duele la dulzura en frasquitos de vainilla.
Las horas en el azufre de los sueños.
—¡Todo lo que he esperado para ver el pulso transido de los balcones!
Ningún día es tan cierto como las muecas o los disfraces.
Ningún claustro es más indeciso que la luz del día.
Ninguna hora cabe masticada en los dientes. —Ese poema que se torna
Espejo y descarga paraguas para evitar la insolación.
Pienso en la música de los tropeles a medianoche. Esos casos ciertos
Sobre las baldosas. Sobre las cámaras de las aceras.
Sobre los zumbidos líquidos de los relámpagos.
En mis andanzas necesito mojar mi rostro, revestirlo o rejuvenecerlo.
Es un lujo que sin espadas se cace el horizonte. Sin ametralladoras.
A ratos me hundo en el paisaje que esconden las persianas.
Entierro mi olfato en las libélulas.
Doy sonrisas al viento. Abro el limón de las calles.
Aquí como en todas partes el hálito de los pájaros es efímero.
De pronto la confusión destila caballos imprevistos.
La sed siempre ha sido una súplica en el desierto. Una súplica
Del tamaño del sol. Una inmolación postrera sin botines.
Prefiero esta vida con sandalias a petrificarme en el círculo
De ciertas huestes. Prefiero el mal de ojos de la intemperie a fingir;
Prefiero esta luz saqueada a verter el barbasco en el trasmallo.
—¡Siempre en derredor mío, el azor del maquillaje!
Los collares ahogando el cuello. El ojo tirano del insomnio.
Todos los días se ahogan en el tapiz de la hojarasca.
El aserrín de las respiraciones. Los goterones de tiza en las pupilas.
Siempre sorprende la boca ágil con armadura.
Siempre el murmullo en las ingles. Siempre la noche chirriando
En los aleros, casa de los pasos,
Hornilla de solemnes conjuros. Lo demás se lo dejo a los libros…
Barataria, 11.II.2010

domingo, 14 de febrero de 2010

TODOS LOS MIEDOS

Vivimos días llenos de voces inciertas. Ceniceros cansados
De colillas, arañas de primitivas paredes.
En todos los lugares de mi país amanecen noches tortuosas.
Ilustración: Marc Chagall







TODOS LOS MIEDOS







…no puedo escribir tu nombre sin morirme.
Aunque aprendí de niño,
no me salen derechos los renglones;
a cada sílaba tropiezo con cadáveres,…
MANUEL SCORZA







Vivimos días llenos de voces inciertas. Ceniceros cansados
De colillas, arañas de primitivas paredes.
En todos los lugares de mi país amanecen noches tortuosas.
Turbias serpientes del crimen se gozan en el crimen;
Nos quedamos sin ojos en el caballito de madera del arcano,
—mordemos a cada rato el cielo falso de la nostalgia;
Todos los miedos convergen en el suelo, en la sombra del tatuaje
Y el atraco. En la sonrisa apenas cultivada.
Venimos de un dolor y vamos a otro. Todos los miedos
Y todos los dolores juntos: —la textura quemada de las horas,
Las páginas callejeras del horizonte, el aire roto de los gestos,
La mortaja que sustituye las cortinas,
La puerta vulnerada por el hábito de la ráfaga. Somos ese juego
Inútil de la costumbre. El minuto de cantaros quebrados.
La arena o el humo punzante de los espejos quebrados.
La suciedad en las manos se ha vuelto un escaparate necesario:
—¿Quién es cómplice de esta erosión del pulso?
¿Quién consume el pulso de las conciencias atribuladas?
¿Quién duerme en los párpados caídos del adobe, en el caos duro
De la obsesión recurrente, en los garabatos de las alambradas?
—[Amanecemos en los extraños amarillos del eco, en las hamacas
Del trance, en los grilletes de los lavatorios,
Sin un futuro donde podamos aliviar el abandono.
A ratos debiéramos pensar en la intimidad en horas diurnas,
En las tardes, cuando todavía no son necesarias las sábanas,
En las noches hay murciélagos de animados cuchillos. Existe toda
Una fauna depredadora, filas de zancudos aglomerados en el dintel.
La ternura no es necesaria en esta sequedad;
Sólo necesitamos un pedazo de dril para consumar la ceremonia.
Lo demás, sabemos ya que es incierto. Por ejemplo, los chiribiscos
Frenéticos de la pestilencia, las obleas de sal en el rostro.
Debajo de las sábanas tratamos de disimular todo este mal… ]
El miedo se ha vuelto un nudo en la sangre. Las agudas rodillas
De los fósforos de pronto como un toldo barato.
En los cuentos de hadas quedó toda felicidad posible.
Sustituimos el rocío de la trementina por las sortijas del hollín.
Así caminamos a merced del agua llovida de los tragantes.
Además de tener las piedras rotas de las enredaderas.
La solemnidad sorda de la vigilia. El zumbido cercenado de las hojas.
Los pedazos de río sin dulzainas. Los pétalos como reses moribundas.
—Y no es que exagere este crujido del miedo. No es que exagere
Esta huella de confusión, es que ya son muchas las noches
Con puñales, el comedor inactivo, los zapatos con suciedades
Estáticas, la escarcha aullando en el quicio de la puerta.
—Quizá con todo esto, no lleguemos a bisabuelos de la lluvia.
Quizá sólo seamos indiferencia del minuto en el actual concierto
De inodoros. [Quizá nada sea igual ya, a tu piel de rocío, a la vainilla
De tus pezones]. A las verjas donde se abren álbumes de mariposas,
Pero debemos seguir, pese al tatuado desvelo en la piel del tiempo.
Barataria, 11.II.2010

viernes, 12 de febrero de 2010

ENDERROCS DE SOLITUD-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

A voltes un grapat de lluernes es desfà en les meues mans.
Els dies mosseguen les ninetes. La taça de café allisa els sospirs.
Un cigarret calcina l’esquelet del calendari.

Autor de la fotografía: Máximo Manzanares González








ENDERROCS DE SOLITUD
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó





A Pere Bessó, que sabe de pérdidas.






Pero dónde pero dónde
adónde se va a retumbar la tormenta
Pero dónde pero dónde
adónde se va a aullar el viento…
ANTHONY PHELPS

…pisamos los escombros de nuestras soledades…
JACQUES ROUMAIN






A voltes un grapat de lluernes es desfà en les meues mans.
Els dies mosseguen les ninetes. La taça de café allisa els sospirs.
Un cigarret calcina l’esquelet del calendari.
En l’escòria de la cendra fique els meus dits sense penedir-me’n.
Veig la mascara a les randes de l’alé.
El cendrer de penes arriba a digerir totes les burilles.
En el món udolen els equipatges sense escala.
[“El sol inclina la seua balança.
El temps, és a dir, la meitat de l’eternitat, com el mar
[en una finestra,
infla les veles immòbils de les teues pàgines”].
La soledat és l’abisme definitiu de l’orfenesa. El parpelleig ras
Dels diccionaris, la misèria amb llençols hipnòtics.
En resum, l’enderroc esborra els camins. Amolla reixats de filferro.
No hi ha platges amb despertadors per a fer companyia.
Sovint el suïcidi ronda com gos faldiller en tot el planeta.
En cada naufragi es perden els itineraris i les claus,
—cec instant de l’ànima. Les pèrdues sempre estan fetes
De balastos, premudes cicatrius al paraigües de la llengua.
Damunt del cor, la llança de les partides. La pols plovisquejada
A l’horitzó. La batalla esberlada de la breu bledania. De la vida breu.
Una marea d’abelles mortes embolica el pergamí de les celles.
Sé que no hi ha hèlixs que cobren vida en la partida, ni que restituesquen
L’emoció d’escalar els jardins des de finestres alades.
Partir, sempre s’esdevé una sort del destí sense hams.
Hagudes estelles a l’alforja de l’horitzó.
Fugir. No sé on fugir, ni què busque després de perdre els rems
I el salvavides. Fugir. No sé on passar la tempesta, l’anou d’aquesta
Brasa secreta, la roda estàtica, punxant, de les meues venes.
Fugir. No sé on fugir en aquest paretó d’Ulisses cec, penya-segat
Abissal de la meua fesomia. Embenada creu de les monedes.
Espills amb desvetlament i claredat dubtosa.
Fugir. No sé on fugir quan floregen les tanques en les meues sabates.
L’hora sense pols. La porta de salmorra. La cadira rompuda del pols.
El crit de l’ànsia en la precarietat de la llum. —Així em feres: aixadella
De buits, ignició d’ombres, nus cec a la dentadura.
Fugir. No sé on fugir, si em trobe en la fondor, al fons de la ferida.
Al fil d'ensebolir la llengua. A un segon del mar. A una vocal
De caure en la foscor. A una consonant d’abrigar-me
Amb els pesats cascos de les tempestes, amb la brisa negra del pit.
Baratària, 07.II.2010









ESCOMBROS DE SOLEDAD





A Pere Bessó, que sabe de pérdidas.





Pero dónde pero dónde
adónde se va a retumbar la tormenta
Pero dónde pero dónde
adónde se va a aullar el viento…
ANTHONY PHELPS

…pisamos los escombros de nuestras soledades…
JACQUES ROUMAIN







A veces un puñado de luciérnagas se deshace en mis manos.
Los días muerden las pupilas. La taza de café alisa los suspiros.
Un cigarrillo calcina el esqueleto del calendario.
En la escoria de la ceniza meto mis dedos sin lamentarlo.
Veo el tizne en los encajes del aliento.
El cenicero apenas alcanza a digerir todas las colillas.
En el mundo aúllan los equipajes sin escala.
[“El sol inclina su balanza.
El tiempo, esto es, la mitad de la eternidad, como el mar
en una ventana,
hincha las velas inmóviles de tus páginas”].
La soledad es el abismo definitivo de la orfandad. El parpadeo raído
De los diccionarios, la miseria con sábanas hipnóticas.
En resumen, el escombro borra los caminos. Arroja alambradas.
No hay playas con despertadores para hacer compañía.
A menudo el suicidio ronda como perro faldero en todo el planeta.
En cada naufragio se pierden los itinerarios y las llaves,
—ciego instante del alma. Las pérdidas siempre están hechas
De balastos, apretadas cicatrices en el paraguas de la lengua.
Sobre el corazón, la lanza de las partidas. El polvo cernido
En el horizonte. La batalla trunca de la breve lozanía. De la vida breve.
Una marea de abejas muertas envuelve el pergamino de las cejas.
Sé que no hay hélices que cobren vida en la partida, ni que restituyan
La emoción de escalar los jardines desde ventanas aladas.
Partir, siempre resulta una suerte del destino sin anzuelos.
Habidas astillas en la alforja del horizonte.
Huir. No sé dónde huir, ni qué busco tras perder los remos
Y el salvadidas. Huir. No sé dónde pasar la tormenta, la nuez de esta
Brasa secreta, la rueda estática, punzante, de mis venas.
Huir. No sé dónde huir en este paredón de Ulyses ciego, acantilado
Abisal de mi fisonomía. Vendada cruz de las monedas.
Espejos con desvelo y claridad dudosa.
Huir. No sé dónde huir cuado afloran los setos en mis zapatos.
La hora sin pulso. La puerta de salmuera. La silla rota del pulso.
El grito del ansia en la precariedad de la luz. —Así me hiciste: azadón
De vacíos, ignición de sombras, nudo ciego en la dentadura.
Huir. No sé dónde huir, si estoy en lo hondo de la herida.
Al filo de sepultar la lengua. A un segundo del mar. A una vocal
De caer en la oscuridad. A una consonante de arroparme
Con los pesados cascos de las tormentas, con la brisa negra del pecho.
Barataria, 07.II.2010

martes, 9 de febrero de 2010

VELL TAÜT DE LA MORT-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

Callat ja, el claustre vell de la meua carn. Els somnis mutilats.
Callat ja, la meua ombra, davant de l’ombra mateixa del fum.
Amb el capvespre els vells dorments rovellats.

Pablo Picasso








VELL TAÜT DE LA MORT
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó




…no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches
y su vibrante delicadeza enorme;…
ELISEO DIEGO

Mirada ansiosa de rescoldo de golondrina
sonrisa apuñalada
laceración aguzada de la sangre
la araña saca el hilo de una arruga:
toda la vergüenza bebida en el respiradero de una boca.
JACQUES ROUMAIN






Callat ja, el claustre vell de la meua carn. Els somnis mutilats.
Callat ja, la meua ombra, davant de l’ombra mateixa del fum.
Amb el capvespre els vells dorments rovellats.
La lluz secreta dels mocadors. El cor amb el seu comiat mortuori.
Hi ha successius túnels en la set dels meus ulls.
En cada pàgina escrita circula la tinta de diferents rostres.
Ara lleve les monedes que mai no tinguí a la meua butxaca.
Les espàtules del temps maceren els meus records. Els meus delers.
—[“Mireu les nostres pors,
Els nostres orgulls, les nostres espigues, els nostres rams;
Mireu per on anem
Perquè que el pervindre, se’ns obra;
Mireu com el baf nostre es llaura
Dels impulsos trobats en què ens deturem”].
Cap a on aniré al capdavall sense taules, ni estovalles?
Ocells negres al pa i els coltells. Ocells sense rosada a les plomes
Llargues trenes de cendra en l’esbufec, ennasades vèrtebres de l’udolament,
Rompudes les vísceres dels caragols per a escoltar el mar
A la distància. —Deixe als meus papers, humits moluscos,
Vents que la sang no pogué oblidar, m’oblide del ventre
Promissori de les meues il·lusions, de la fresa inhòspita de la meua ànima.
Rendesc comptes de les criptes que sempre foren les meues llànties.
Del Karma solar de les meues temples. Rendesc comptes de les ombres, refrany,
Potser, del paladar de les meues frontisses. Del cenot al meu coixí.
Hi ha tant a dir després que “tot ho mira un ull de consciència”,
Després de la brisa a les temples.
Després de callar, fondo, tots els morts.
Després d’haver mort tantes vegades als arcs de la son.
Després de madurar embastant els arcans.
En mi s’agafaren senders de molsa. Còdols de dubtosa lava.
En mi, filant sense madeixes. Diademes de pols als raïms
De les paraules. —“I ni tan sols no trobe un misteri innombrable”
Més que els repunts de certs balbuceigs.
Encara amb horitzons atzarosos, urgeix la plena veu de la fusta.
Davalle amb la urgència de qui bat. Tanque les finestres. Prepare
L’oblit. Apague el centpeus de la meua saliva.
Germina el xiprer comprimit als ciris…
Baratària, 06.II.2010






VIEJO ATAÚD DE LA MUERTE






…no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches
y su vibrante delicadeza enorme;…
ELISEO DIEGO

Mirada ansiosa de rescoldo de golondrina
sonrisa apuñalada
laceración aguzada de la sangre
la araña saca el hilo de una arruga:
toda la vergüenza bebida en el respiradero de una boca.
JACQUES ROUMAIN





Callado ya, el claustro viejo de mi carne. Los sueños mutilados.
Callado ya, mi sombra, frente a la sombra misma del humo.
Con el atardecer los viejos durmientes enmohecidos.
La luz secreta de los pañuelos. El corazón con su adiós mortuorio.
Hay sucesivos túneles en la sed de mis ojos.
En cada página escrita circula la tinta de diferentes rostros.
Ahora quito las monedas que nunca tuve en mi bolsillo.
Las espátulas del tiempo maceran mis recuerdos. Mis anhelos.
—[“Mirad nuestros miedos,
Nuestros orgullos, nuestras espigas, nuestros ramos;
Mirad por dónde vamos
Para que el porvenir, se nos abra;
Mirad cómo el vapor nuestro se labra
De los impulsos encontrados en que nos detenemos”].

¿Hacia dónde iré después de todo sin mesas, ni manteles?
Pájaros negros en el pan y los cuchillos. Pájaros sin rocío en las plumas
Largas trenzas de ceniza en el resuello, gangosas vértebras del aullido,
Rotas las vísceras de los caracoles para escuchar el mar
A la distancia. —Dejo en mis papeles, húmedos moluscos,
Vientos que la sangre no pudo olvidar, me olvido del vientre
Promisorio de mis ilusiones, del desove inhóspito de mi alma.
Doy cuentas de las criptas que siempre fueron mis lámparas.
Del Karma solar de mis sienes. Doy cuentas de las sombras, estribillo,
Acaso, del paladar de mis goznes. Del cenote en mi almohada.
Hay tanto que decir después que “todo lo mira un ojo de conciencia”,
Después de la brisa en las sienes.
Después de callar, hondo, todos los muertos.
Después de haber muerto tantas veces en los arcos del sueño.
Después de madurar enhebrando los arcanos.
En mí se apuñaron senderos de musgo. Guijarros de dudosa lava.
En mí, hilando sin madejas. Diademas de polvo en los racimos
De las palabras. —“Y no hallo un solo misterio innumerable”
Más que los pespuntes de ciertos balbuceos.
Aún con horizontes azarosos, urge la plena voz de la madera.
Desciendo con la urgencia del que trilla. Cierro las ventanas. Preparo
El olvido. Apago el ciempiés de mi saliva.
Germina el ciprés comprimido en los cirios…
Barataria, 06.II.2010

lunes, 8 de febrero de 2010

VIDA INTERIOR-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

En les aigües interiors la nit és freda. La remor, vertigen.
El brot dels dies dol al calendari. El vent llisca
Al confí. —On és el sucre dels vaixells i la rosada?

Ilustración: Marc Chagall








VIDA INTERIOR
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó







Rostros, manos, palabras, saludos milenarios,
telúricos refranes, voces puras de vida
que vienen caminando de la sombra y me alcanzan.
ROBERTO MANZANO DÍAZ

Junto al muelle hechizado vivo ahora
y la mar se desplaza enardecida,
como el alma de mí para quien llora…
NANCY MOREJÓN






En les aigües interiors la nit és freda. La remor, vertigen.
El brot dels dies dol al calendari. El vent llisca
Al confí. —On és el sucre dels vaixells i la rosada?
En quin paraigües la fullaraca resta tranquil·la?
Mosseguen les campanes des del silenci de les cames.
Sempre, silenciosament, perdem allò guanyat: —El territori
De les mans, la carícia sense baldes o el colp de la indiferència.
Deixem de ser, sovint, per a ser uns altres.
Tardívola esperança o present d’incerteses; o simple ganyota
D’aqueixes hores que parten sense aquietar-se.
[“dolç brufol que busques l’alosa invisible
llum albirada a la teua sang
per a assassinar la seua boca amarga
i perpetuar-se de blanc”].
La taronja blava de la molsa s’obri als ocells. El sexe del paisatge
Mossega la tendresa. Semble animal amb mocadors a la llengua;
Vendaval d’un acordió desbotonat. Junt al no-res apareixen
Els diftongs, les paraules amb totes les regions fosques.
Cada dia els somnis foren esmunyint-se damunt dels rails del rellotge.
Malgrat això, fiu tendresa dels parracs,
Escurí els plats de les sobralles, caminí dies sencers sense guitarres,
Fiu de la penombra finestres verdes, em despullí en les espigues,
Fiu de les butxaques trencades, rialla d’infants, —fiu pa per a trencar l’alba
Amb altaveu, trenquí les anous del desamparament fins a sagnar…
Un dia i un altre, mengí llesques de suor.
Futurs de feixuguesa i pedres i reixats de filferro.
Estimí carícies en les campànules silvestres.
Doblí la innocència per un campanari de taverna. Cremaren
Els talons al brancall de la ràfega. Violenta veu d’embuts,
Fong del cadàver damunt de la pell fosca de la tempesta.
Un dia malbaratí la meua barba de cendra entre barricades: —Sempre fou
Brasa el sanglot, els cantons humits de l’atzar, els jocs amb mapes
Sense infantesa, el reble de les paraules sense mètrica, ni música.
Em robaren el pòl·len dibuixat als meus quaderns de primària.
Em robaren l’aleteig de l’escuma en les meues ninetes.
—Em robares la tranquil·litat dels teulats, la possibilitat de nuar
L’espavent, el tramvia de les vocals damunt de l’aigua,
El tossal íntim de la llum. El romaní dels somnis. Només per a deixar-me,
La collita dels suïcidis i les parets amb grafits.
Baratària, 06.II.2010








VIDA INTERIOR







Rostros, manos, palabras, saludos milenarios,
telúricos refranes, voces puras de vida
que vienen caminando de la sombra y me alcanzan.
ROBERTO MANZANO DÍAZ

Junto al muelle hechizado vivo ahora
y la mar se desplaza enardecida,
como el alma de mí para quien llora…
NANCY MOREJÓN







En las aguas interiores la noche es fría. El rumor, vértigo.
El brote de los días duele en el calendario. El viento resbala
En el confín. —¿Dónde está el azúcar de los barcos y el rocío?
¿En qué paraguas la hojarasca queda tranquila?
Muerden las campanas desde el silencio de las piernas.
Siempre, calladamente, perdemos lo ganado: —El territorio
De las manos, la caricia sin aldabas o el golpe de la indiferencia.
Dejamos de ser, a menudo, para ser otros.
Tardía esperanza o presente de incertidumbres; o simple mueca
De esas horas que parten sin aquietarse.
[“dulce búho que buscas la alondra invisible
luz asomada a tu sangre
para asesinar su boca amarga
y perpetuarse de blanco”].

La naranja azul del musgo se abre a los pájaros. El sexo del paisaje
Muerde la ternura. Parezco animal con pañuelos en la lengua;
Vendaval de un acordeón desabotonado. Junto a la nada aparecen
Los diptongos, las palabras con todas las regiones oscuras.
Cada día los sueños fueron deslizándose sobre los rieles del reloj.
A pesar de ello, hice ternura de los harapos,
Lavé los platos de las sobras, caminé días enteros sin guitarras,
Hice de la penumbra ventanas verdes, me desnudé en las espigas,
Hice de los bolsillos rotos, risa de niños, —hice pan para amanecer
Con altavoz, rompí las nueces del desamparo hasta sangrar…
Un día y otro, comí rodajas de sudor.
Futuros de torpeza y piedras y alambradas.
Armé caricias en las campánulas silvestres.
Doblé la inocencia por un campanario de taberna. Ardieron
Los calcañales en la ramazón de la ráfaga. Violenta voz de embudos,
Hongo del cadáver sobre la piel oscura de la tormenta.
Un día estropeé mi barba de ceniza entre barricadas: —Siempre fue
Brasa el sollozo, las esquinas húmedas del azar, los juegos con mapas
Sin infancia, el ripio de las palabras sin métrica, ni música.
Me robaron el polen dibujado en mis cuadernos de primaria.
Me robaron el aleteo de la espuma en mis pupilas.
—Me robaste la tranquilidad de los tejados, la posibilidad de desnudar
El asombro, el tranvía de las vocales sobre el agua,
La loma íntima de la luz. El romero de los sueños. Sólo para dejarme,
La cosecha de los suicidios y las paredes con graffiti.
Barataria, 06.II.2010

domingo, 7 de febrero de 2010

TEMPESTAD DEL NAUFRAGIO

A menudo uno arrastra de por vida las sílabas del muérdago.
Agita las ventanas del grito,
La noche de la herrumbre en las venas. La pleitesía a los huesos.
Ilustración: Claude Monet


TEMPESTAD DEL NAUFRAGIO








Me disteis la frialdad que brota de vuestras concepciones
Sublimes, exentas de pasión.
ISIDORE DUCASSE,
CONDE DE LAUTRÉAMONT

…como en los sueños de Coleridge
Una flor en la mano
del durmiendo prueba que retorna
del paraíso
ALBERTO GIRRI








Me diste el sudor helado del mercurio, la buena anunciación
De los dardos, la hiel con su luz amarga.
Me diste la ferocidad de la brasa. Los colores angostos del celo,
Los himnos gangosos del escombro y el escenario de la muerte.
Salimos del césped sin las ánforas de las flautas.
Advierto en ánfora de los incensarios, la agitación de los santuarios,
Las tormentas heladas de los puertos.
—[cada quien ennegrece con el humo pestilente de las calles;
Hablar, entonces, es hacer más grande el insomnio;
Vos con las crines exacerbadas de las palabras; con la ráfaga
Del miedo y los cementerios a cuestas; mordiendo la carnicería
De las heridas; pensando en los fantasmas tránsfugas
De los párpados, sin tiempo ya para las hazañas].

A menudo uno arrastra de por vida las sílabas del muérdago.
Agita las ventanas del grito,
La noche de la herrumbre en las venas. La pleitesía a los huesos.
Frente a la muerte, quizá, ya seamos rostros indecisos.
La humanidad nuestra se mueve entre los hilos de vestiduras
Raídas, centímetros sin pájaros, hélices ahogadas en la tormenta.
Después de todo, la vida es un ir y venir —un ahogándose
Sin olvidos; letras de un horario sin arco iris.
—¿Importó alguna vez el espejo ahogado de la libertad,
Las cortinas de los semáforos para detener los baches de la respiración,
Los ángulos de las pupilas en los cuadernos de los ojos,
Esa terquedad de jinetes en caracoles de río,
El aura tosca de cazadores sin pantanos derramados en la herida?
Siempre hay oscuridad en la plenitud de los párpados.
Siempre existen las raíces curvadas del aliento.
Siempre la sal gris en los barcos del alba. Siempre la concavidad
Siniestra del cielo contenida en espátulas.
Siempre los zapatos mordiendo los dedos del asfalto o las piedras.
Quizá un día, —ya no seamos vos y yo— arlequines
Sin olfato. —Llaves en tránsito dentro de un laberinto. Quizá.
¿En qué tierra será posible vivir sin ansiedades?
¿En qué calendario nos dejarán de asediar las puertas cerradas,
Los trenes sin rieles, los vacíos indecibles de la deshora?
Cada día tiene su propia tempestad de escombros y éste
No es la excepción, en medio de pañuelos curvos…
Barataria, 31.I.2010



miércoles, 3 de febrero de 2010

TUMBA DEL JÚBILO

Días de Césares ilegibles,
Días de pontífices sin lavatorios,
Días grandes como el zumbido de los enjambres.
Días como la hipotenusa de los lavatorios. Días como el grito

En la lengua de los perros
Auitor de la fotografía: José Fernández








TUMBA DEL JÚBILO







…y tú en la escueta cima encarnada
Tumba que tumba júbilos y daños
Con la misma frialdad desesperada.
ELISEO DIEGO






Siempre la misma tumba del júbilo, andar a ras con las pupilas,
Mordiendo los sombreros de las sombras, por encima del repique
De las calaveras. Siempre perdido en la densidad del zodíaco.
Siempre al destiempo desasido de los ojales,
Con el dedal del estío abierto,
Con la bestia que soy a través de faroles de sal.
Desde siempre el muro de las horas en la memoria. Desde siempre
El hierro ígneo del terror,
La inocencia de los paraguas sobre el mal agüero. Desde siempre
La trompa de los féretros sobre las sábanas del júbilo.
En las lianas de los búhos, la prolongación de los insectos.
Las trampas del lecho en el costado, el débito con frecuencia
En las sienes, encarnado cuerno de la caries y las encías.
—[¿Es la plenitud, acaso, un invierno de musgos? Caballos de hielo
Rompen el adviento. ¿Dónde estás piedra ofrecida de mi grito?
La fosa y la madera tienen toros de azufre.
El hacha de las tumbas rompe las arterias. ¿En qué albedrío
Puedo recoger tus poros de bahía y corales?
Las puertas cuelgan como extensiones subterráneo de metilo.
Hacia qué hola tu sexo me arrastra con la fuerza de tsunami?
Las calles despliegan su olfato los fines de semana:—vivimos
Haciéndole tributo al nomadismo, a la noche del poema con guarumos,
Al silabario de la cama, a la edad desigual de los vitrales].

Morimos cada día en los altibajos de la inseguridad. Hay días
Siniestros que nunca maduran, días como albardas desvencijadas,
Días de Césares ilegibles,
Días de pontífices sin lavatorios,
Días grandes como el zumbido de los enjambres.
Días como la hipotenusa de los lavatorios. Días como el grito
En la lengua de los perros, —olvidos al óleo de los aparejos.
[Siempre supuse que estarías a mi lado suavizando el alarido, toda
Voz sin el hábito de la ropa, sin la parcialidad de los relámpagos.
¿Cuántos rostros caben si salvamos la intemperie, si volvemos
Al bautismo de las lámparas?
¿Cuándo dejamos de ser júbilo del polen, para convertirnos en esto
Que somos ahora? —Herrumbre, mueca, hilo de la fatalidad,
Insomnes pájaros, simple tumulto de la adivinación…]
Este dedo de la bruma se pierde en los guantes ciegos de las axilas.
De pronto invaden ciertos espejismos. Por supuesto, nada que ver
Con los arcanos, ni con los sabios escribanos.
Es más bien un extravío: —Digamos, un extravío, circular cabestro
De la mirada sobre armarios de piedra
Nos perdemos en la succión de los sueños. En los diarios circuitos
Del aliento, en el dictamen del báculo, o simplemente,
En el tejido poroso de la espuma…
Barataria, 30.I.2010

martes, 2 de febrero de 2010

Laberinto de la Espuma

Siempre resulta difícil mantenerse erguido frente a la bisutería.
Esa que esconde la breña en las valijas de las pupilas.
Esa que encumbra el mar en su respiración caótica.

Autor de la fotografía: Ignacio Cuesta Marín







Laberinto de la Espuma








Nada, por lo demás, ha variado.
El tiempo sigue siendo un puente oscuro,
metálico, insalvable, o cierta música
que a mis espaldas dura destejiéndose.
CARLOS SAHAGÚN







La marimba de la espuma toca los dedos de la imaginación
En gajos de audible memoria.
[Siempre es así la nostalgia con aroma de pájaros. Las vértebras
Quebradizas de las corrientes, los platos repletos de las cornisas.
—Un día se disuelve fácilmente en el humo de mi cigarrillo.
Al cruzar el umbral, no hay olvidos, sino miedos.
Nidos que se deshacen en el pulso. Cipreses que han acumulado
Desvelos, antros de extraña supervivencia.
—El horror a los laberintos siempre es así: alforja de imágenes
Como brasas. Nubes que arden sobre los poros…]

Siempre resulta difícil mantenerse erguido frente a la bisutería.
Esa que esconde la breña en las valijas de las pupilas.
Esa que encumbra el mar en su respiración caótica.
En cada esquina de las campánulas hay algo inverosímil.
Tecomates en trocitos de neblina.
Metabolismos extraños de cebollas. De pronto paredes como travesaños,
Adobes donde la herida supura su propio aliento de lechuza.
Las manos sirven para buscar las llaves del incienso.
O acaso, el delta del propio vértigo, las burbujas íntimas
De los fósforos, los encajes nada halagüeños de los callejones.
—A menudo el ajo reclina su flama. [Uno gravita en las gradas
Empinadas gradas de los caballetes, buscando el arco iris. Las sombras
Nos gastan su jardín de telarañas.
Juegan a verjas de hollín. Juegan a la siesta de las cortinas.
Juegan a túneles sin que desemboque el sueño.
Así se gasta uno la vida queriendo inventar armonías inútiles.
Amores que nunca pudieron ser. Libertades a media hasta como duelos]

Aprendí anónimamente los manuales del escalofrío.
Alrededor del alfabeto el polvo galopando sobre las sienes.
Vagas trenzas sin escapatoria. El desvelo con sus atavismos.
Los árboles del vértigo sin abrigo. La caligrafía de los túneles
Sin luciérnagas y otra vez el bosque sin reconciliar la trementina.
Este vivir es una lágrima ciega en el ojo. Una latitud de pozos
Sin labios, un libro de sordos litorales donde la neblina y la sal,
Forman el velero de la herrumbre.
Hay ahogos de cascarones quebrados. —Estrujado el límite
Del sueño, el sudor del éxtasis como savia infecunda, el desorden
Como estanque del fuego, las cruces de la noche sin testigos,
La historia recurrente de los mismos espectros:
—Esos que lavan el subconsciente en las esquinas de los parques.
Y con audacia nos encarcelan en la ficción.
Entre la espuma, ¿quién respira panes frescos? ¿Quién lava
Los inodoros de los transeúntes? ¿Quién eructa alegría sin reserva?
Salvo los sordomudos, mueren inventando sus propios sonidos.
Esa fatalidad que los volvió corderos…
Barataria, 29.I.2010

lunes, 1 de febrero de 2010

EL POEMA, DESPUÉS DE TODO

El poema después de todo, se convierte en aforismo de la vida.
Uno se ahoga en cada ladrido de los perros callejeros:
—En cada abrazo del gusano sobre el papel, en el ojo imaginado,
En la razón del reverbero,...

Autor de la fotografía: Juan Pavón







EL POEMA, DESPUÉS DE TODO







…mis poemas están acostumbrados
a batallas y cañones de olvidos.
MARIÁN RAMÉNTOL SERRATOSA







Fuera de la boca del minuto somos aprendices en la piel ajena.
El salivazo de la tinta impregna la hoja de papel de preñeces
Y lujurias. De otro modo no se podría vivir el espejismo
De los roperos, el rezo de las vocales,
Y los designios de las calles con sus sortilegios.
El poema después de todo, se convierte en aforismo de la vida.
Uno se ahoga en cada ladrido de los perros callejeros:
—En cada abrazo del gusano sobre el papel, en el ojo imaginado,
En la razón del reverbero,
En el orificio del aire que dejan las alas,
O el vacío del reloj creciendo en la espalda. El amarillo de la respiración,
Las esferas tatuadas con grietas de dolor,
Los pedazos de las paredes sujetándose de las manos,
El precipicio del sueño como un jugo enlatado. —Es el poema,
Después de todo.
Los ríos enormes en la perpetuidad del torrente.
En cada poema nace la muerte. Se hace la tormenta. Las puertas
Colgando de la lluvia, el cadáver del latido escarpado,
El baúl de las huellas en el aliento,
El tropel del ansia en sandalias, la sonrisa en los pétalos del aire.
Después de todo, el poema es una luz sobre las piedras.
Estoy en los mares que inventan las palabras. En los peces crecidos
De las gotas, con la promesa de los rincones y el equipaje.
Después de todo, el poema es una ventana de recuerdos.
—Se anda en los espejos de las aceras, en el pozo de la garganta,
Vaciando las botellas de la vida.
Cada día se regresa al pasadizo de las raíces,
Al mundo donde nacen los nombres,
A la habitación sin fortalezas del aliento. A esas tetas de la materia
Donde poco importa el dolor.
—A menudo camino con agujeros en el pecho. Es la forma del azar
Para hallar la eternidad, no sin ciertos despojos
De puertas y ventanas.
En cada lugar acaricio los ataúdes del miedo, los féretros
Del trencito de madera, el refugio del Llanero solitario,
Las paredes con mariposas en la boca. Y hasta un desván con insectos
Para armar el mundo.
Luego el poema desaparece en los ojos del relámpago. No quedan
Rendijas, sino la ingravidez de los cuchillos en los pájaros,
En los cuatro costados de la inocencia, en el laberinto de los vitrales.
Después de todo, el poema también se vuelve olvido indescifrable.
Un cadáver de sueños habitado por la soledad.
Una puerta hacia abajo. Un recuerdo cruzando el vacío…
Barataria, 27.I.2010