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sábado, 22 de diciembre de 2007

Tierra sin descanso_André Cruchaga

Pintura: Marcel Duchamp






Tierra sin descanso





La tierra gorjea en mi garganta: —aurora o pájaro
En la delgada rama de la vida.
El sueño crece aunque muera en la tarde
En el pozo de sábanas que la luna
Hace en el crepúsculo,
Sobre las sienes, tendidas las ventanas…

Sobre mí, las puertas y ese insomnio
De la almohada,
—sombra del tiempo, interminable, destiñendo
Los cabellos,
Como ese rumor de recuerdos en las mejillas.
El tiempo es un juego de espejos, inefable río,
Donde la aurora se asoma a la memoria
En absortos caminos de neblina: neblina, digo,
A ese círculo hondo de la historia que termina
Precipitando la vida para caer en lenguas de alevoso tizne.

¿Hacia qué luz va esta tarde muerta?
¿Qué sombras hieren estos ojos?
Aliento de piedras lamen los techos; delgados nidos
De aserrín, al tiempo; sombras la mortaja de la hojarasca.
Hoy sal anudando verjas, inermes voluntades
Caen en oscuros ruidos, carne donde la noche
Del planeta parece interminable galope de caballos.

Sombras inmóviles exhalan extraños ecos:
Boinas de furtivos cazadores con luz ultravioleta,
Parecen los dueños de acólitos misterios:
Dioses, acaso, que hacen de los peces
Apretadas vasijas donde las antorchas de cieno
Reparten su viscosidad de miedo.

Ahora somos una tierra mucho más triste:

El hastío se ha vuelto océano, sorda arena de soledad,
Rastrojos de muerte el asombro
Y ese vasto sueño urdido en la desconfianza y la inocencia.
Al final uno respira naipes y juegos de dominó:
“Es como agua desbordada” que sin cesar,
Traspasa la ávida brasa del anhelo.
Entre las sombras, los ojos ensimismados del alma;
En el lecho, vigía de la herida
Sobre el pulso bullente del pecho.

Toda la sangre entre las ruinas. La ternura
Todavía es sed que duele. Ahora, más.
Es voz acostumbrada al grito,
Olvidado alhelí picoteado por la desesperanza.

Ahora somos esa memoria tendida sobre
Ventanas cerradas.
Barataria, 22. 12. 2007.
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