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lunes, 18 de diciembre de 2023

MIRADA INTERIOR

 

©Pintura de Jane Graverol


MIRADA INTERIOR

 

Aquí en lo hondo del pecho, el invierno y sus dicotomías líquidas,

lo ígneo de las heridas. Uno sabe que, en el tallo de la sangre,

crecen lluvias de mimbre y yute, y remotas cobijas que arropan

el subconsciente de historias que comparecen en el presente.

Es natural que nos muerdan armaduras en desuso y ríos apenas

vividos y gotas como ornamento de una desnudez fenecida.

A ratos uno queda cercenado de fiebres y desintegrado tal un espejo

hecho añicos por manos ásperas.

En la historia más reciente, el remedo, la hediondez esquizofrénica

de la publicidad y su maquiavélica bonanza.

Si algo hay de cierto en los abanicos del paladar, es la boca

de herrumbre de los ecos de algún monólogo amenazante.

Ya nada importa y no nos debemos de preocupar de vivir fugaces

en discursitos petrificados que hacen perder la calma, apacentar

la marcha de lengua ante mis ojos que advierten piedrecillas.

Aquellas inclemencias asomándose obscenamente al cortejo dejaron

su marca y su miseria; ahora el tiempo cobra su precio, mientras

nadie acude a la casa con magnanimidad.

 

Era mansamente fiera en mis brazos, cárdeno cobijo en la botella

de mar de mis desnudos laberintos.

 

Después del desove nunca más compartimos aguas.

 

Del libro: «Mesón Vallejo», 2020

© André Cruchaga


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