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viernes, 24 de noviembre de 2023

HUELLAS DEL PRETÉRITO

 

©Pintura de Jane Graverol


HUELLAS DEL PRETÉRITO

 

Asumo las idas y regresos, las señales dejadas por el pretérito.

Innumerables veces he caminado hacia la nada:

ahí el mundo al revés enteramente. Enteramente falaz.

Incierto como una dádiva de preservativos

en el charco de jungla de una sombra de trenes amarillos.

Confuso todo sin resucitar según la profecía bíblica.

La misma mudanza todos los días que dan ganas de suicidarse:

nunca es fácil sobrevivir a los términos que impone lo hosco.

La perplejidad desenvaina su impavidez, el mismo infierno

de los frigoríficos, el de las herrerías, o de las bocas desatadas.

A ratos prefiero la equidistancia, sin desaparecer.

Vender golosinas en el atrio de cualquier iglesia,

golpear mi aliento con los cánticos de las feligresías consumadas,

enredarme en el tumulto de las voces disonantes, agudas, ásperas;

en fin, perderme en lo humano del alboroto.

Esperar el siguiente golpe de una serpiente en el asfalto.

Siempre resulta extraño escuchar o recordar los onomásticos.

Y enmudecer de duda frente a los que cantan.

Pensar que la historia es un traje oscuro y que se repite de diferente

manera sobre esta tierra sin presunción de inocencia.

Pensar, sí, que aún la luz es difusa enrocada en el bullicio y será

cadáver pulverizado en medio de la maleza del conocimiento.

 

 

Del libro: «Mesón Vallejo», 2020

© André Cruchaga


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