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miércoles, 31 de agosto de 2022

ESPACIO DEL DESAMPARADO

 

© Obra pictórica de Joan Miró


ESPACIO DEL DESAMPARADO

 


Todo está claro: hemos naufragado en el ala y la claridad,

sin antes haber llegado a nuestro destino. Todo lo niega nuestro tiempo.
Se apolillan nuestros bostezos entre vigilias impostoras,

la piel con sus recuerdos inútiles, —usted golpeando la tasa de café

con el filo de un silabario de monólogos, o mordiendo
la orilla de la cuchara del galope del destiempo como un rumor

sobre las piedras donde se erigen semanas.
En los jardines de la utopía, el silencio absurdo de los nombres,

los canillitas de abecedario trágico en los semáforos, metiendo

las uñas en el asfalto, hasta el grito sutil de los titulares

de primera plana como una flor que nos tortura las pupilas.
Vivimos aquí violentamente deseando cruzar nuestras heridas.

(Todo está dicho, sin afeites; los pájaros se pudren

en la voz que no los nombra, en el ruido difuso de los ojos.

A diario, solamente los colmillos y las rodillas, el catálogo

un poco oscuro de los sueños. Ciego, adentro, lo acumulado.
Todo se nos viene en lentas marejadas: la avidez y su feroz adulterio,
el vencimiento de la realidad que nos impide respirar.

La abnegación es otro ardid para vivir la soledad.

Hay una forma desnuda en este calmo espacio de agolpamientos.
Toda nuestra memoria ha sido desintegrada; nos bañamos

en la ligereza de los desequilibrios de la ráfaga.)
Aunque nos aislemos con nuestro propio dolor, nos llega

del polvo y las colillas, el quinqué huraño, lejanísimo en la niebla.
—Aunque pensemos en las confituras del anfiteatro,

el grito desciende sobre la arcilla y calla al fragor

de esta gran noche que en adelante no dejará de ser memoria.

Alrededor de este espacio, de cielo sinuoso, nada más que la turbiedad

sombría del extravío. Supongo que también se gana en lo desandado.

 

Del libro: «Mi memoria se ha cansado de llover y esperarte», 2022

©André Cruchaga


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