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sábado, 16 de abril de 2022

©Obra pictórica de Jackson Pollock


EL RECUERDO ES UNA MANCHA EN EL CUERPO

 

 

Sobre las hojas diseminadas sobre la mesa, veo los espejismos,

las palabras que nunca dijeron tu boca, la respiración cortada

tras el disfraz, la máscara de siempre como el discurso

en un sótano, imposible de entender en la oscuridad ofrecida.

En el desorden de la noche vuelves y te sumerges en mi cuerpo.

Cavas en mi sueño silencios espesos, silencios que articulan

humedad en mis ojos y dejan una huella de sal en la boca.

No distingo tu cuerpo entre las estrías de la lluvia: el frío atraviesa

el espejeo, mientras los ojos se curvan de sospecha.

Hay zonas oscuras que se desprenden de los recuerdos.

Ahora, por cierto, entiendo la opacidad y los artificios de aquellos

días, los pedazos de paladar, el corazón desvanecido de la juventud

y las alas que fueron hipnosis y quemadura, tentativa y ahogo.

Uno capitula en la continuidad del animal sin brida que nos golpea

hasta el asco, de los perfumes íntimos que nos exorcizan.

En la oscuridad delgada de la piel y la boca, es inútil la alternancia

del tiempo en los dedos, es inútil la espera en la materia.

Es inútil el ardor cuando el óxido ha hecho su guarida siniestra.

Es inútil buscar sin saber dónde habitamos o extirpamos

las palabras que le dieron fisonomía a nuestra propia historia.

Es inútil explicarle al aliento la diferencia entre deseo y realidad.

 

De: Como quien pide luz o pide agua, 2021.2022

©André Cruchaga


 

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