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martes, 10 de abril de 2018

DESPUÉS, EL PASADO

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DESPUÉS, EL PASADO





Todo es página en blanco, acaso, antes de revelarse todo.
Saber que existimos en la noche y la duda, después recuerdo,
relámpagos de asedio en la memoria, signos que nos marcan
o repiten nombres, sombras que se lloran en la postrera lágrima,
espinas dolientes en la luna de los cabellos.

Nos uncimos al vuelo para después convertirnos en descenso.
—Cualquier presente opulento lleva consigo el frágil deterioro
de la transpiración y el pálpito vivido de la hoja.

Aun así, en el atrio de los pétalos los jazmines son templos,
el lecho todavía un invernadero dominical donde los gallos cantan
sus aforismos. —Víspera del cierzo incontenible.

Luego de cautivar los himnos del gozo entre las manos,
los relámpagos arrebatados de los caminos, iluminar la tormenta
sin la escoria de la ciudad,
la mirada de aquí se destiñe en la boca:
—Las simetrías cambian de risa.

Las ideas.
Y hasta el necesario tiempo de bordar al País con la sonrisa.
¿Tienen algún sentido los colores derretidos en la sangre,
la deformación vacilante, antes camino de las altas antorchas?
—Uno no es indispensable para la vida o para la muerte. Las puertas
a mentido son cómplices del follaje y las heridas; son la boca obsesa
sin nombrarte, la arena en los dedos, el viento fúnebre de los caballos
alados, el verano del estallido en las quemaduras…

(“en todas las cosas el deseo de inventar la aproximación más delicada y
Toda la belleza está en su insuficiencia.
Yo te veo. Pero estoy continuado a todos los seres que te ven.
No se devuelve lo que se ha recibido.
Y como todas las cosas de ti
Han recibido el ser, …
¡Así la voz con la que yo hago de ti palabras externas!”)

No puedo nombrar este fardo de guijarros sumergidos en el árbol de los ojos,
ni en este soplo de luz creadora que te nombra,
que te hace, que te construye y te vuelve indeleble pese a la fugacidad
del agua en la violenta lluvia de la creación.
En el mapa de los sahumerios también hay surcos.
También ventanas.
Un día sólo seremos la dilatada ola en los pies,
hartos de la entraña, de los alambiques, de los toneles líquidos del mar.

Habrá hollín sobre la carretera de los pájaros,
quizá crueles manos amarillas envueltas por la bruma de la tierra.
Es así como nos veremos después, cuerpos de arcilla.
Largos golpes posesos de la noche, techos de ceniza en las espigas,
diremos que sembramos semillas en la desnudez total y no es cierto.

—¿Qué diremos de la libertad en la cruz nuestra?

Toda una vida pensando en el presente perpetuo, siendo apenas
el comienzo de otra página de los horóscopos, de la hoja peregrina del tiempo.
Los teoremas carecen de vasos seminales, la matemática es apenas
oscuro pedernal donde no cabe nuestra propia estatura.
Es ayer, hoy, la hipotenusa donde nuestra materia se hizo voz.
Es ayer, hoy, el río donde brotan las paredes, los rostros traicionados,
las cucharas de la tempestad, la sed necesaria para beberte…

Es ayer, hoy, la estrella ligada a las sienes, la marca rocosa de la mesa,
la rampa de nuestros pájaros, el puerto duplicado en el océano…
Barataria, 11.X.2009


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