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martes, 6 de marzo de 2018

LABERINTO DEL VACÍO

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LABERINTO DEL VACÍO




Vaciarse del vacío, de la inmundicia del vacío, de la cobardía y traición del vacío, limpiar los establos del alma, echar a patadas los grotescos, sutiles, ridículos demonios, desafiar la opinión, matar el amor propio, morir, exactamente eso, morir y volver a nacer.
Cintio Vitier




En la llave de lo obsceno, lo abyecto y los días sajados;
el poder que lo transgrede todo,
la muerte allí en el hilo del semen de los demonios,
el tiempo en la pesadilla de los crucifijos,
el mundo oscuro de los murciélagos:
el homicidio para desterrar al enemigo,
en medio de la truculencia de los delirios del poder.

—Ahora sueño con sueños de caníbales,
con el sopor acuciante del destino,
con las moscas que juegan a ser pájaros,
ilegibles habitaciones con escamas afiladas
donde se corta la lengua
y salta a borbollones la saliva putrefacta.

El homicidio político es una forma de exterminar al adversario,
cuando a ciegas se bracea junto con los peces,
expertos en aguas
superficiales y profundas.
Rezo ante la luz con los labios cosidos,
invoco las formas santas para sobrevivir cada noche,
las paredes oyen los ruidos que suben hasta los tejados,
entran al laberinto del vacío de los fríos,
a la macabra imagen del Paraíso.

(Entre extravío y ostracismo,
el riesgo de subir al eco del musgo,
y luego salir del huerto con los ojos vaciados de la carne.
Siempre tu cuerpo húmedo en mi lengua,
como esa locura
del susurro en los ijares;
la serpiente del fuego abre el incienso,
nos llenamos de la utopía de la locura,
el pan nuestro de la conciencia
y la teoría de dos cuerpos en lo inhóspito.
En la antesala de los jardines precipitados,
Esta suerte de desnudez:
Reconocer la certidumbre en los poros,
Y a voluntad morder la cajita de música
En el taburete de cartón de la ternura.)

De pronto creo que la locura es la forma más razonable
de entender la selva en que vivimos;
—yo muero, tú mueres, morimos
arrastrados por ciertos estribillos y slogans;
vivimos en una especie
de fiesta abominable de poderes siniestros.

Nos muerde la sordidez del viento,
y su feroz campanario de herrumbre,
y su interminable silogismo
para usurpar enmohecidos lupanares.
Un día quizás ya no sea necesario escondernos de la tormenta,
cuando ésta pulule con sus turbios zapatos en la calle;
un día quizás,
aunque ya hayamos perdido nuestros pies
y sólo nos quede, —por si acaso—,
resguardar el muñón de la Esperanza
debajo de la sábana del hollín,
de aquella cerrazón de aguas curtidas.

Al final sólo nos queda la escalera imposible del hollín
y su alevoso ombligo de deseos.

Barataria, 2013
Del libro “CUERVO IMPOSIBLE”, 2013(inédito). 138 pp
© André Cruchaga

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