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domingo, 1 de octubre de 2017

CERTEZAS SIN EXCUSAS

Pintura de Ignacio Zuloaga, 1906






CERTEZAS SIN EXCUSAS




Vuelvo a los puntapiés de los escarabajos: pervive la pulverización obscena de los bisturís y esa mancha sangrante del nosotros (cada instante del mar va quedando en la memoria como una página de espuma en medio de la oscuridad) a veces sólo vivimos en ese estanque de fuego de las sombras sin más paraíso que las paredes y sus depredadores: ante la artillería del grafiti el avispero entregado a los incendios  —siempre las cerraduras encogidas de la penumbra y el absurdo de la desproporción de este reino y el huracán de la orfandad casi como un tsunami y la trama indemne del humo sobre los sombreros casi fiebre o pesadilla la piel endurecida de la voracidad a cuentagotas los tendones arrancados al pulso y a aquel color de las aguas en combustión (en la alta desnudez de las ventanas las esquinas consteladas de tus poros la respiración a punto de ser pájaro rojo el viento de los párpados) en este reino de estatuas nada deja de suceder nos envuelven los banquetes de la impotencia y el granizo indestructible de la zarza y los fuegos robados a las cosmogonías luego quedamos a merced de la opresión de ceniza de los vitrales y a las tantas iniquidades del despojo en las aceras y a las ignorancias que jamás deslían sus murmullos y a las mortajas interiores del aliento sin contabilizar los laberintos petrificados del azogue a ratos dejamos de ser habitantes visibles para adentrarnos a los dominios de otras intemperies: uno es por cierto lo que la luz no hace visible el lenguaje que muere junto a los harapos a veces el simple sobresalto sobre relojes descarnados nos duelen las pancartas impensables del aliento todos los muertos que en un instante se quedaron sin esperanza todo el contagio vacío de los zapatos el juego perverso de los alfileres y también la liturgia de los espejismos: todo deja de ser cuando se carece de abrigo y tenemos hojarasca por almohada  — otros claro se arroparán con el frío de la súplica quizás con los ahogos repetidos de la finitud y otros más harán suyo el extravío de las culpas (yo en cambio seguiré con la lezna de los burdeles en mi pecho aunque parezcan presuntuosas y galopantes sus cacofonías)
Barataria, 2017

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