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domingo, 17 de septiembre de 2017

INCESANTE PERPLEJIDAD

Pintura de François Barraud (Pinterest)





INCESANTE PERPLEJIDAD




Casi como reliquia una ventana destentada en los incendios de la memoria una ventana frente al horizonte mientras deshago mis arcabuces una ventana el ave enclaustrada en su sombra una ventana entre los dientes de la noche una ventana de tipografías orgásmicas y sumas de urgente escritura una ventana de gritos y alucinadas salivas una ventana en las hendiduras hechas por el deseo una ventana con sed de ojos para ofrendarla al animal decapitado de mis alhelíes de fuego o a la danza de la lluvia mientras recrudece la perversidad una ventana de artificios donde la niebla grita su opacidad beligerante o el señuelo natural del vértigo una ventana de domingos donde se disimulen mis huesos y el pañuelo de tristeza no se convierta en trapecio una ventana que no se acabe en la noche y que corteje la luminosidad de los ijares una ventana que respire confiada en las precipitaciones del sexo o en ese oficio descomunal de morir en medio de la nube roja de tu pelvis (y olvidemos la razón que no sirve para mucho no cuando ensalivamos la alondra del poema) una ventana de agua clara para lavar y bendecir tus pechos humedecer el aleteo alargado del suicidio en pleno estío una ventana abierta entre tus piernas y las mías como alguien que busca el tiempo en medio de la oscuridad como un desadaptado simplemente de las simetrías como buscando la calle de donde emergen los sonidos apretados de la marcha y la impaciencia una ventana para sumergir calles cárceles intemperies esta geografía de la cual nos despedimos diariamente sin testamento ni testaferros salvo el poema que ojea entre nosotros tal un rostro en la posta una ventana de rincones absolutos donde no haya refugio para la impunidad ni se exhalen más miedos al abrir la boca —en realidad lanzados al sueño no hacemos patria ni historia ni desandamos las viejas manías de poseer el cuerpo sin arder en realidad danzamos entre tantos recovecos que cualquier superlativo se vuelve engorroso yo prefiero una lupa invisible para ver lo calcáreo de las banderas el caballo deglutido de lo pétreo sobre los automatismos del espíritu sólo mi inocencia es capaz de gozarse con los héroes y los mártires con toda la frialdad pastosa de lo obtuso…
Barataria, 2017

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