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jueves, 6 de agosto de 2015

ESPACIOS PROSCRITOS

Imagen cogida de la red




ESPACIOS PROSCRITOS




La luz fúnebre en el rostro profético de los espacios proscritos: las aguas
trascienden más allá de las costas, más allá de la garganta la silueta de la noche
y su inclinado gemido de pájaro nocturno.
En el eco, aquella perpetuidad del desarraigo; la infancia, de pronto, irrecuperable 
como despertar en clave de aguja o espina, o parodia o despojo.
Parten los ojos y también los cansancios. El dolor, las estrías en el aliento.
Siempre me resulta engañosa la ternura y sus grandes estíos no revelados.
De pronto, supongo, que no me queda ningún lugar para los sueños:
siempre parto con mi locura, ninguna cobija cubre mis pies descalzos;
siempre es de empezar todos los días la farsa, (siempre es perenne la sed, aunque 
no el fluir), no las baldosas de cemento carentes de estupor,
no la usura y los pecados originales,
la pestilencia de la servidumbre, las herraduras transversales en las costillas.
—Vos sabés de los ciegos fríos de la eternidad, de los siglos de cipreses
que incendian mi pecho,
de lo extraño que resultan las estadísticas oficiales sobre muertos.
¿Tiene sentido algún abismo, el humo, la niñez suburbana con tantos desvelos
y esclerosis, con un silabario de esperma equivocado?
El lado oscuro de las aceras endureció mi hígado. Giran los espejos a destiempo
en los pensamientos: todos los muertos son la gota de tinta negra en la agenda.
Rezo sobre la tumba del presente, el florecer de mi propio cadáver.
Barataria, 31.VII.2015

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