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domingo, 5 de julio de 2015

ECO DE LA NIEBLA

Imagen cogida de la red




ECO DE LA NIEBLA




En el fondo de la niebla, el puño de ecos de los ferrocarriles del presente.
Debajo de mis ojeras, el tiempo insomne de las aguas, los séptimos días
de los naufragios, los toboganes largos de las pestañas sobre la hoja descuajada
del cuaderno: hay imágenes superpuestas,
que el puño del aliento no deshace, ni la desnudez en baúles de guitarras.
Desde el tabanco uno sueña con asesinar el horizonte.
Sordomudo el confín de las sienes, embalsamado el espejo, insolubles
las estaciones curvas de las axilas, la desnudez gótica de las nubes, el confín
de pitas del arcoíris, siempre en una avalancha de crepúsculos.
A veces es cuestión de tiempo para que llegue la lluvia hasta los neumáticos.
(Me río sobre el colchón descolorido de la hojarasca; rompo el humillo
de vómito de las mañanas, la filatelia incendiada de santos, o los dedos
del paraguas tocando el balcón del suspiro.
Uno también se ríe al cruzar la ciudad sin que nada pase, porque ya hay cierta
costumbre a lo nefasto, a las esquinas con epitafios.)
Dejo los ojos quemados por la niebla. Dentro de un rato, más tarde, o mañana,
los objetos sin palabras colgando de la alambrada, en un tintero vencido.
Nunca sabremos cómo subir esta escalinata sin que la muerte no abra sus uñas,
sin que los tropezones nos dejen ilesos.
Llegado a la fragilidad de la sombra, la tierra es otra sombra de monólogos
según la sordera de cada quien. Debería estar vivo.
Barataria, 02.VII.2015

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