Imagen cogida de la red
NOCHE
Algo
me ha sucedido, no puedo seguir dudándolo. Vino como una enfermedad, no como
una certeza ordinaria, o una evidencia. Se instaló solapadamente poco a poco; yo
me sentí algo raro, algo molesto, nada más. Una vez en su sitio, aquello no se movió,
permaneció tranquilo, y pude persuadirme de que no tenía nada, de que era una
falsa alarma. Y ahora crece.
Jean
Paul Sartre
Alta noche en las vigas de la
casa. El tejado dibuja gargantas de ceniza.
Para no amanecer amordazado,
deshago la jaula con mi tinta.
En la lengua que va arrastrando
la luz del alba, las sombras miserables
que ya conozco. La compañía de al
lado que no existe. Sólo las distancias
que vienen y van, los itinerarios
vacíos del aliento.
Cuando la noche busca sus
imposibles, petrifica la almohada.
Nadie ve el abandono en el ojal
de la noche. Nadie ve la cara o cruz del harapo.
Nadie se conmueve ya, ante el
ataúd que golpea consuetudinariamente.
Cada quien respira frente a los
vitrales, la obscenidad de la ceniza.
Un recuerdo crispa mi aliento: el
tiempo perdido buscando la luz…
En la desnudez de la alta noche,
rompo el mito en la tibieza del vómito.
(En los brazos de otra alcantarilla, quizá encuentre el resto de
heces del mundo,
el gris hundido de los puertos, la lengua enrarecida por tanta
impureza.)
Después de todo, mis arrugas solo
son conjeturas…
No sangra la noche cuando ya ha
destejido todos los miedos.
Sobre el pavimento nos convoca el
salpullido de los tragantes.
Ahora solo crece el asco y algún
hígado en la boca de cualquier perro.
Barataria, 23.IV.2015