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lunes, 23 de febrero de 2015

REPTA LA MAÑANA

Imagen cogida de la red




REPTA LA MAÑANA




Hoy, vacilante el gallo, mientras repta la mañana, mientras pasa la niebla
sobre el árbol. Algunas ojeras tienen la similitud del cuervo del desvelo.
(A veces no tiene sentido la alegría, ni la poesía, ni el viejo acordeón del deshielo, 
ni los nombres quemados o pronunciados en estado de demencia,
ni el pájaro que cuelga del tabanco, ni la hoja de la emoción
que ahoga la lengua, ni la taltuza que muerde el matocho de los zapatos.)
Supongo que hay demasiados chiriviscos sobre la cripta del amanecer.
Ladra la distancia con sus lejanos trenes.
Deletrea el viento, el mugido del cierzo cuando cae sobre la piedra y enloquece.
Hay de todo al abrir la puerta: el frío erecto de las mochetas, el cáñamo
herrumbroso que sostiene las aldabas del aliento, los muertos que horadan
la infancia o la risa, el grito que arde detrás de los barrotes.
Empapada de viejas consignas, la almohada y el sello postal de las abejas.
Y mientras le zurcimos el ojal al infinito, la hora benigna de los calcetines,
el atado de dulce de la sombra del país, o la piel abyecta de antaño.
Uno siempre acaba siendo señuelo, —perenne o momentáneo—,
de los travesaños de las más adustas profecías. Así lo dice la hipnosis…
Barataria, 07.II.2015

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