Imagen cogida de la red
RECTIFICACIÓN DEL ANHELO
Es otro abatimiento el que ahoga
los anhelos: el tiempo que desposa
en vigilia, los tantos cadáveres
cercenados en el pecho, todo el granizo súbito
de la sospecha a la hora en que
los ijares delatan
lo incontable de lo inenarrable. (¿De qué ungüento bucal debemos fiarnos
para evitar el sarro? ¿Qué pájaro nos desnuda el tren de la
conciencia
sin que el cierzo se torne ajena sustancia?)
—De aquellos años incendiados
solo queda la ceniza, el ojo en la escoria.
Ahora debo rectificar la moraleja
de las fábulas y adentrarme en el invierno
del enjambre hasta mojar mi
lengua.
Hasta ayer fueron oscuros los
sombreros sobre el cemento, oscura la memoria,
oscura la gota de libertad que
tenemos, oscura la mirada.
(En el propio metabolismo de las alas, escapo de las cruces
mohosas:
la escritura no deja de ser supositorio o purgante en la sartén de
la oscuridad.)
Siempre es extraño ese nudo que
se hace en la garganta a la hora
en que la ausencia traspasa las
ventanas…
Barataria, 19.X.2014
*absolutamente de ninguno.
ResponderEliminarde ningún ungüento.
menos, de elixires antojadizos.
La vida abate como cercena la muerte todo atisbo presencia inoportuna.
Pasar ligeros, no tanto de equipaje, que invocaba poéticamente A.Machado, cuanto sabiamente por no encenagarse en tanta mala urdimbre que nos asfixia.
Todo, porque este mundo mundano ni vale ya lo que pesa...¡ay!
saludos