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jueves, 9 de octubre de 2014

MUNDO

Imagen cogida de la red




MUNDO




Yo recuerdo sus ojos, con aquella extraña mezcla de voluntad férrea
y de confusión infantil.
Ilya Ehrenburg




sencillamente aquí perdí mi inocencia ¿en qué lugar estará la lluvia la campana dominical del vuelo aquella muchacha irrecuperable el abecedario en el trencito de madera? ¿en qué brazos arropo mis poros? en décadas de desierto desacralizo mis propensiones suicidas y me sumo a esos lenguajes oscuros pese a que todo hoy en día está en peligro ignoro si la duda está al alcance de todos si es parte de la bienaventuranza íntima: deletreo la incomunicación respiramos después de todo en un mundo donde ya no existe la inocencia lejos está la luz y jugamos a tirar sombras estas sombras habitan la garganta lo inmediato lo histórico el subdesarrollo no es tal ese mundo liberado que transita sobre las aceras y muerde los zapatos con frecuencia el patíbulo es nuestra introspección el adjetivo despectivo muerde las páginas en blanco ¿quién descalifica a quién? ¿en qué totalidad le damos cabida a lo relativo? el mal siempre renueva su lenguaje es paciente hasta el absoluto de los espejismos a menudo es inevitable transitar sobre lo derruido jugar a la duplicación de las palabras suscitar con un grito el erotismo de la flama hasta hacerle grietas a la resignación nos deslizamos en la hipotenusa de las estatuas todo es una farsa (lo sé yo y lo sabés vos) por qué entonces la férrea defensa de lo convexo o lo cóncavo ese susurro al oído del desvelo la estridencia de los fantasmas la curva de los colores la exaltación a la desgracia crece en alaridos la fauna del aliento las lianas con sus cadáveres póstumos ¡vaya el azul de nuestra patria! nos suda la cadena en los brazos del niño nos encorva la brasa inmunda qué forjamos entre la herrumbre y las egolatrías entre la débil claridad que se cuela entre las hojas en qué postigo es posible el olvido o la locura para vivir estas providencias morir en la flor de la noche en el navío de tu cuerpo en la mañana de tus brazos hundir mis dedos en la piladera de tu ombligo perderme en estas calles de la melancolía el mundo es una sinfonía extraña hay matices de simbólicas afonías voces raras mortecinas desafinados pájaros en el canasto de la ropa usada y dulzuras dilatadas en vitrinas de pronto he sentido que me hacen falta las palabras todo lo extraño se agiganta hasta el punto de no caber en mis manos me pierdo en la inmensidad de mis propios tiliches las pupilas al borde del eco de los inodoros siempre es difícil la serenidad en el contrafuego de las contradicciones la cruz tiene brazos extraños solo hay dos posibilidades: morimos o vivimos viajamos en el imaginario del tropel o simplemente bañamos nuestra entraña con la salmuera del propio aliento sin más augurio que el olvido el ojo vive arremolinado en la sangre del abandono no obstante las palabras se desgastan en la nostalgia también hay temor en el camaleón de la sospecha en la superficie de la telaraña o los cangrejos en este mundo que se abre solo a los espectros la soledad y la poesía no tienen límites adoro el cuaderno de la inocencia el sinfín descosido de mis ojeras el hueco de las puertas abiertas ese espacio tuyo donde se alarga el viento adoro los dibujos del horizonte y estas cicatrices que nos dejó la locura adoro el mordisco de los muladares y esta espera que a ratos se corrompe y pervierte…
Barataria, 09.X.2014

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