Imagen cogida de la red
AMANECIDA SOMBRA
Mientras deshojas el tacto del
cierzo, salta la espina de la patria y sus muñones:
cada quien rasga sus vestiduras
emocionales. Cada quien.
Cada quien porfía instaurar su
reino, la sombra de sus brazos o tempestades,
los terribles magullones que de
pronto tienen sienes y garganta,
el óxido de la ternura extraviado
en los labios. (¿A quién culpo de mis
utopías
y convicciones, a quién de este hedor sin tránsito, a quién de
estas llagas
en las rodillas, a quién de esta orquesta de extraños alfileres?)
—Me amaneces como la sal impura
de los litorales, como la tinta de la noche
en esparadrapos, como la ciénaga
abrazada a la oscuridad.
En la plegaria de los grises, el
alba es solo el ojo mimético de la prisión
del ascua. Procuro resucitar
después del dreno de los sueños…
Barataria, 17.VII.2014
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