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miércoles, 9 de abril de 2014

LITURGIA

Imagen cogida de la red




LITURGIA




En la calle los minutos menstrúan sus paradojas, destilan ahí sus largos
muslos. (Siento que nunca me he quitado las ataduras de la perversidad,
ni he negado a los caudillos de la delincuencia.)
Hasta ahora el cuerpo se hunde en realidades putrefactas: ni siquiera
los tejados se salvan de extraños habitantes; resulta perenne el empedrado
y el ocaso de las ventanas.
¿De qué introspección se vale la solemnidad de la hostia?
¿Qué atalaya no deja de ser nefasto expediente?
Caminas a mi lado y jamás agoto el miedo: tu cuerpo ahí en la torpeza
de mi equilibrio, ahogados entusiasmos de la antorcha, zozobra ante el caos
y el ya no ser. (Al puñado de gritos —no obstante— las lecciones
de los ijares en mi boca, el regimiento de tu júbilo.)
Mañana, seguramente, tendremos la certidumbre de algún relámpago.
Barataria, 09.IV.2014

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