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lunes, 17 de marzo de 2014

GATO ESCALDADO

Imagen cogida de la red




GATO ESCALDADO




Gato escaldado, del agua fría huye.
Benito Pérez Galdós




Huyo del regazo del regazo de todas las noches de la aldea de los instantes de la palabra de la voz bajita y alta de la voluntad hacia el sacrilegio de las conversaciones ausentes en los lugares habituales he aprendido a desobedecer al infinito presuntuoso jamás le hecho culpa a la fatalidad ni al hombre ni a la mujer: pero tengo razones para ser pesimista es un tiempo de murmuraciones de perversiones repetidas busco el misterio no las pesadillas (la imaginación me previene de los oídos sordos entre las minucias del día a día me reconforto una a una se arrodillan las puertas me duelen los tropezones sin ungüentos alrededor de las putas danza la espiga macabra del proxeneta)  siempre retorno a la luz yo pescador de imaginarios: jamás entro a los túneles por aquello de los tropezones y la fatiga por los mástiles que no se ven por toda la sombra que socavó mi garganta ¿puede la noche ser cuervo o buitre? ¿puede la libertad morderse como una colilla en tiempos de hambruna? ¿Cuántos manicomios tienen resonancia en las sienes ante la epopeya de las cadenas dejé de ser jinete de mausoleos (nadie estuvo conmigo cuando me faltó la comida) tuve que convertir las calles en alimento así me llené de certidumbres la indiferencia coaguló mis vísceras hasta el punto de la sepultura jamás entendí las treguas con mordaza en detrimento de la libertad: he trabajado en silencio para no incomodar a nadie así he traspasado los andamios de la vigilia despierto ante lo siniestro: el crimen y el luto me indignan combato contra mis demonios la palabra pueblo no deja de ser saldo en blanco para muchas banderas —¿cómo puedo asir tu nombre líquido bajar sin detenerme a tus helechos sin que el paladar deje de ser lámpara en tus poros? hay absurdos como cuevas en el pensamiento saldré me iré con toda la opacidad de la impotencia jamás los güishtes en las costillas jamás la atarraya del grito jamás el pespunte en el ojal de los juguetes vos sumando centurias de manos ciegas nombres piedras hirientes cuerpos analfabetos conforme entran los peces a la tijera del ojo ciego también el subsuelo de las agujas cuervos en la superficie de la piel en el rascacielos culinario de las ideas vine y no volví al juego de las tarjetas postales entre tantas teorías e hipótesis la profundidad sólo la abarcan mis zapatos  se trata acaso de negar con vehemencia las abstracciones innatas de la deducción o es mera especulación el devenir del espíritu sensorial de la materia (a ratos la experiencia es sólo la premisa de la idea) por lo demás recuerdo el cuaderno sucio con esa negra velocidad del grafito y los sahumerios después de los lavados en el retrete del infinito: miro cómo las noticias se tornan tragedias y viceversa todavía en el tórax pasan campanadas de trenes y hojitas de hierbabuena en tu ombligo confieso que todo fue vertiginoso la infancia el día la noche los deseos bifocales de los crisantemos las estrías que dejaron los sótanos el nombre que tararea la miseria el nombre mudo de la maleta de viaje las fronteras vuelven irrecuperables los fragmentos de identidad nombro ahora la calle de mi boca los puentes de hamaca y las puertas el filo del cuchillo en mis ijares y las esferas ahorcadas de mis canicas al final la voz interior dice que ya no: no es posible tener como proclama el gemido
Barataria, 2014

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