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martes, 15 de octubre de 2013

CABECEO

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CABECEO




A menudo ha sido ventarrón el cabeceo de vocales, 
la hostia germinal del tiempo, la espiga desvivida 
sobre la piedra, la flor que retuvo el olfato. 
(De pronto, creo, más allá de las nociones, que las palabras 
nos dicen todo: Góngora o Quevedo, el antifaz de las ventanas, 
la colilla desecha en la miel de las confiterías; 
en la superficie del techo, la fontanería del invierno, 
gotas de aire enroscadas en el arco iris, el esplendor sacudiendo
la hojarasca. De pronto, también, la noche, las albardas, 
el taburete de la roca, tienen noción de viento, 
murmullo de martillos en el pecho. El viento es así, 
un visitante extraño, mímesis de embudos, 
escalera pulsante en el entrecejo. Velo el pezón sobre el libro.)
Desde siempre desenreda el yute del horizonte, limpia el tacto 
de fermentos. Hay, luego, 
otro tipo de nociones como la incandescencia de la realidad 
sobre espejos, la pasión incontrolada por los suburbios, 
el río de leche de la memoria rompiendo el dique de los recuerdos 
y ciertas malezas que empañan las palabras. 


Barataria, 15.X.2013

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