Imagen cogida del FB de Viky Frías
NEBLINA
Podré asir el horizonte mientras
el mar de noche alza la neblina posesa
de horas, de monótonas en el ojo de la tijera, puerto
lamido
por la sobriedad de espejos.
—Suma y resta el telón de fondo de la humedad,
la puntual estrofa del frasco del
aliento,
al pie hidráulico de la rueda del
tranvía. El cántaro de humedad es ciego
buzo del colibrí apilado de la
brisa justo cuando la sombrilla inquieta
los acuarios sobre os andenes
arqueados de la prisa.
¿Cabe el rojo en el paso
apresurado de los grises de la saliva, el ijar mojado
de los reflectores, de pronto el
vasto frío como un barco ebrio?
—Todo mar es esa noche incierta
en las manos. Todo el poema abierto
a la noche: la voz calla para
quebrarse en el viento; una sombra y otra,
el cielo fugaz de los sueños,
la tinta anegada de renglones de
intensos horizontes grises.
Ya en el toque de queda de las
ventanas, el roce del ansia y el espejo.
(Proscrito de alas, la palabra
muda. La desnudez en fuga hasta el cuello, algún tornillo para sostener el
vértigo. De hecho, la memoria es historia de gastadas espumas; contrario a la
brasa, resume llaves y campanas: da pánico su redoble de tambores, igual como
todas las inclemencias del Prometeo desterrado. En lo intangible del aire todo
es inaudito, quizás porque estamos muriendo de continuo ante tanta paradoja,
quizás porque antes de morir ya somos ceniza, ese oficio desvelado de la
polilla. A menudo el tiempo, —diría hoy,— urge de puertas para que la claridad
entre sin vacilaciones.)
Barataria,
16.II.2013
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