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sábado, 2 de febrero de 2013

DESVARÍO

Foto de Photo spirit-FB Mirela Ciortan





DESVARÍO




Me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera a los espejos.
JORGE LUIS BORGES




En la bóveda cinematográfica del humo, las esquinas rotas de las estrellas.
En el desvarío enroscado de las miradas, los trenes insospechados
del aliento, los luceros náufragos en la almohada,
y estas aguas manchadas de mi sangre, el libro abierto de las olas.
A la cresta del gallo moribundo, los caracoles del apocalipsis,
los candelabros en los ojos abiertos del cuervo.
Ante los brazos extendidos de la fiebre, la sábana mística de la ceniza,
las hectáreas de dedos enredadas en los resortes del chorrito de agua
que cae sobre la piedra inconfesa de la tristeza.

(Allí en las gavetas del armario, la naftalina  y las páginas sepia del primer libro que leí en la infancia: colgada al tejado, la lluvia con el pulso gris y lento de los ataúdes. Alrededor, las manos de la brisa y la rueda de caballitos que alguna vez cruzó el vendaval de las enredaderas, como esa moneda alada del viento.)

De nuevo presiento la fuerza de la tormenta con sus efluvios negros.
En la noche salen en procesión las fotografías, y el tapial donde anochecen
las campanas, el reloj desangrado de los mares:
—a pesar de los cántaros derramados en el pañuelo, a pesar de las lámparas
ciegas, soy ese segador en aguas profundas. Desde siempre ando
mi equipaje listo para que no me falte el alfabeto del horizonte.
Barataria, 01.II.2013







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