Fotografía: Lázaro Aguirre
MONÓLOGO
Sólo un loco como yo, ensaya sus
palabras en la carne de la noche,
sólo un loco que platica con su
sombra, con ese juego diario de la muerte,
Para vos que sos mi cuerpo, —feliz acierto cuando te miro—
pero no, temo estar equivocado después de
pensar en ese juego vergonzante
de los días inhábiles de la angustia,
después que la luz hiende los sentidos como un
pájaro,
después de babear preguntándole a la risa por
dentro si puedo leer el fondo
movedizo del alma,
dilucidar los aciertos del desorden de los
sueños,
¿Puedo rescatar aun el sueño con esta
nostalgia a cuestas?
Todo lo que es no es cuando pasan los años, el
sarcasmo y la desconfianza
se prolongan en el aire,
me resiente la muerte de la alegría
el golpe a fondo cuando ya he
perdido mi propio horizonte,
cuando la tumba está ahí como un
acto de heroísmo, fatal, inolvidable,
persiguiéndome en todas las
direcciones de mis ojos.
En plena decadencia de mi
respiración, la cruz interminable
de los esqueletos, negros espejos
de transeúntes en el grito, convertidos
en la próxima ceniza del éxtasis,
entregados a los absurdos
bolsillos del pecho, sin más quehaceres
que una florecilla marchita en el
aliento.
Barataria, 22.XI.2012
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