Fotografía: Lázaro Aguirre
CIELORRASO DEL SUEÑO
inhalamos, sabes, la inocencia de
la lluvia; así empezamos a vernos
inventando el
cielorraso de nuestros sueños
tocando el falso pudor del musgo
jugando debajo de la frazada de
nuestros ojos,
encendiendo la obstinada brasa
del agua en la ventana invisible
del pergamino del acuario.
Ay, los orgasmos en la taza de
café al punto de quemar mi lengua,
y salpicar los extremos del
cuaderno,
hasta el punto de alcanzar un
estado mental ciego, en la proximidad
del relincho de las aguas íntimas
y alborotadas
de la incineración del descenso;
con todo, confieso nuestra
inocencia: no es que satanás se desplace
a través de nuestro misterio, no
es que el abismo nos libere,
en el magnetismo conjuramos toda
suerte de alegorías, toda la albañilería
de la aurora puesta a nuestro
servicio.
Entre bocanadas de desesperación,
el reflector del nosotros
con sus trompetas infinitas.
En algún lugar de la identidad,
mordemos el postre infinitesimal
del arco iris,
todo el cuerpo del aire en el
pincel del alba: toda vos cárdena en el ciclón
de mis aguas, en esta posesión de
río en mi boca.
Cada uno recoge las aguas de la
herida.
Barataria, 24.XI.2012
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