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sábado, 22 de septiembre de 2012

CALLE TRANSVERSAL

Imagen tomada de criaturasimaginarias.wordpress.com


CALLE TRANSVERSAL




Aquella calle se extiende atravesando de un lado a otro, los cuatro costados del azar, el aleteo que en dicho tránsito se llena de contrarios. Parte del eje subliminal de las tarántulas hasta  las hélices de la sed y la hoguera,  nudos caducos del vértigo, crepitando en la ramazón del cemento. Se ha vuelto una manía caminar paralelamente al fuego hasta abrir el corazón del páramo como el resplandor que parte las sombras en espejos, el mar hasta el absurdo del cuello, con agonizante neblina.  Calle transversal donde agoniza la sal o el olor voraz de la canela, donde la memoria es un absurdo semejante a los obituarios que enlistan los retratos fenecidos del aliento y las secretas luciérnagas de los encajes, o la tristeza de siempre inventariando las ausencias. Aquí, no hay otra calle principal más que ésta: gasto semanas de fugaces vuelos y caballos vueltos un disfraz; sobre los arriates la contraclaridad de los caminos, las frondas como una peluca desvencijada,  el aire con muecas de bufón, por cierto gastado de perífrasis.  Sigo caminando sobre el polvo. (¿Me arrojo al graznido del tejado, a tus senos de afiebrada ruptura? Me quedo, sin embargo, como una rigurosa colmena magullado de tanta solfa.  El único repertorio posible que tengo es  este juicio confuso de mi parpadeo y los vaivenes de la espina entregada a mis dientes y aquel capítulo de novela negra aún no revelado y aquel tizne con el que dibujo mi sexo y aquel timbal de pizarra que suena en mi pecho.)

Barataria, 21.IX.2012

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