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miércoles, 2 de mayo de 2012

PAÑUELO EN LA VORÁGINE DEL ASOMBRO


En el mercado de pulgas el ojo se inunda de tiliches, de paisajes amarrados en toldos
de castrados malabarismos; y no es para menos: perdimos el lenguaje de la transparencia,
 la mesa, el mirlo que nos daba el poema en las mañanas; perdimos ojos en la sudoración
del muérdago, al punto de volvernos agua oscura, escritura de mortajas.
Imagen tomada de Miswallpapers.net






PAÑUELO EN LA VORÁGINE DEL ASOMBRO




Ahora sólo tenemos pañuelos desechables para secar este río de sal en las mejillas; antes el cuerpo no necesitaba de sofismas, ni pertrechos de guerra ni de dictámenes para desmovilizados: las diversas acepciones del eco, desembocan en la ironía o, en todo caso, en cierto eufemismo a ultranza, en ese gemido ahuecado y nauseabundo de antro, en respiro de piedras sin celaje. En el mercado de pulgas el ojo se inunda de tiliches, de paisajes amarrados en toldos de castrados malabarismos; y no es para menos: perdimos el lenguaje de la transparencia, la mesa, el mirlo que nos daba el poema en las mañanas; perdimos ojos en la sudoración del muérdago, al punto de volvernos agua oscura, escritura de mortajas. Y, claro, el presente es inminente para las noticias macabras, asistimos al sepelio de nuestros propios sueños, dejó de existir la altura del nido. (¿Hasta qué número de página nos acompañará el deseo, después de perdernos en el bajorrelieve de las sombrillas del muslo amordazado? ¿Quién nos sostiene en el delirio de los panes ansiados, si la lengua se ha vuelto paradoja perversa? Ahora el oficio nuestro es de mera sobrevivencia: suenan los relojes rancios de herrumbre, los mismos alfileres como destinatarios del polen, el café sin azúcar en el relámpago de todos los días.) Un día sangró la desnudez a plenitud. Un día. Avanza la voz precedida de guijarros. Avanzan los pañuelos en la vorágine del asombro.

Barataria, 27.IV.2012

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