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sábado, 31 de marzo de 2012

EPIFANIA DEL SILENCIO URGENTE


A menudo, la propia sombra desprende oblicuas telarañas, la propia
sombra en el rompecabezas del escalofrío; no hay aparición de espejos
 alegóricos, ni imposibles, sólo aquella conjetura que es menester del espejismo.
Imagen tomada de Miswallpapers.net





EPIFANIA DEL SILENCIO URGENTE




No es sobrenatural el escenario donde habito, sino tan real la aparición de la sien que cavila en la salmuera. Real la ramazón del silencio, la ardiente herida que abre la puerta del costado, hasta el estrepitoso vaso de lo urgente. De pronto el mazo del viento rompe las persianas para que la diadema del aliento haga lo suyo. A menudo, la propia sombra desprende oblicuas telarañas, la propia sombra en el rompecabezas del escalofrío; no hay aparición de espejos alegóricos, ni imposibles, sólo aquella conjetura que es menester del espejismo. Aun así, escindido por el vaho, camino en la cuenca oscura del azogue; y claro, no espero milagros, cuando de tanto caminar ya hay bostezos, sino sólo un instante para contemplar las funerarias, los féretros, los huesos del galope, al ciego que cruza la calle con un bastón de palabras. Hoy entiendo a las estatuas: el tiempo las hace abundantes para los pájaros; allí deambulan sobre el galope del reloj, muerden la noche; las axilas son su hospedaje. Juro que el silencio es el mejor analgésico para no sangrar ante tanta purulencia. Antes, desde luego, sólo pensaba en el cuaderno del sepulturero; ahora, las cosas han cambiado: he aprendido a sumergirme a tiempo completo, en mi propio vacío inmaculado.

Barataria, 31.III.2012

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