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viernes, 9 de marzo de 2012

BLUES


Entre paredes de musgo y arcilla, el fondo negro de las miradas del absurdo:
 la noche bastante incierta de la perpetuidad, avienta cabezas sobre los invernaderos
fértiles de la explotación.
Imagen tomada de Miswallpapers.net




BLUES




Calles embriagadas de maderas amarillas, bicicletas y boinas migratorias. En el tambor del tiempo, deambulan relojes de tabaco y melódicas con pájaros moribundos. Hay náuseas en las miradas guarapas del entrecejo, arneses a la carta de los vitrales desfondados de la esquina ensartada en el lenguaje; oigo voces en el pozo negro de las sombras: ceniceros de colillas enredados en el espejismo de las palabras, en la sal orgásmica y a veces, abominable. Siempre el alba es negra como los merodeadores de los sueños, como la justicia sorda en un campo minado, como las almádanas aplastando el aliento. Entre paredes de musgo y arcilla, el fondo negro de las miradas del absurdo: la noche bastante incierta de la perpetuidad, avienta cabezas sobre los invernaderos fértiles de la explotación. Ondula el follaje su miseria de índigo, la libertad escondida en los baúles de los trenes, soplan los sombreros charcos de sangre, el absurdo se debate entre sueños y abanicos de espesa niebla. Cuando la noche cae son maravillosas las plantaciones y los jardines, el fierro del arado, del carbón y los perros; cada día las manos mudan cascabeles, sigue aquí, al amparo de la noche, el baile oscuro de las tarántulas y la corona de espinas abriendo las sienes.

Barataria, 06.III.2012

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