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martes, 6 de septiembre de 2011

NO HAY NINGÚN AMOR FELIZ*


Como quien inventa las negaciones, el amor es siempre
azaroso y urgente, incomprensible, contradictorio:
jamás su fisonomía ha sido moldeado en la paciencia,
ni aun cuando lengua resbala en los ojos.
Imagen tomada de Miswallpapers.net





NO HAY NINGÚN AMOR FELIZ*





No hay amor que no espante No hay amor que no hiera
no hay amor que no viva de lágrimas y espera…
LOUIS ARAGON




Como quien inventa las negaciones, el amor es siempre
azaroso y urgente, incomprensible, contradictorio:
jamás su fisonomía ha sido moldeado en la paciencia,
ni aun cuando lengua resbala en los ojos.
No hay amor que no se sude ni que muera en la rabia
de la sal, siempre envenena cuando aprieta el ahogo,
sólo es destello y sed fugitiva: no hay amor feliz
por más que estremezca los balcones y transfigure
los poros en asombro, el silencio en jadeos,
las paredes en campanas, la piedra en aposento.

No hay amor que esté ileso en la marquesina
del tiempo al amanecer, y que dure el camino del cielo,
que resplandezca cárdeno en las manos.
No hay amor que en un momento no sea sombra,
estío quemando las bodegas del pecho,
veta subterránea del sollozo, hégira de hímenes rotos,
disfraz de un aliento iluminado.
Siempre el amor es una especie de hipérbole
del presente, diorama oscuro del pretérito,
plato esquivo a la esperanza.

No hay amor feliz en el violento pasto del presente,
ni en el desdoblamiento de los juegos de la razón: rasguña,
duele, confunde, ahorca en la tormenta de las abejas,
duele el halcón de la polilla, su fugaz potestad de ventana,
el punzón que se alza como panal de espinas,
la inocencia falaz de su ceniza. Siempre duele
en las esquinas deshiladas de los labios. Siempre es breve,
herida, esquiva razón del deseo, grito en telar del cuerpo.
Siempre duele como una flor cortada
a deshora, roto el pecho tras la tormenta,
magulla las pupilas cuando revela la descomunión
con el rocío. Siempre es una campana con avispas,
olvidos dolorosos,
garganta donde se difumina el paisaje.

No hay amor que no sea una lucha de contrarios, laberinto,
tormenta, sin sentido, piel a la espera de una boca, gemido,
concavidad donde la espera esgrime sus silencios,
frío o escalofrío jugando a los dados, abandono en el telar
de la cama, un insondable árbol que nos consume a todos…
Barataria, septiembre de 2011


*El título del presente poema, corresponde al título, a su vez, de un poema de Louis Aragon. Dicho lo anterior, a manera de aclaración, mi poema no deberá entenderse como una paráfrasis o recreación del mencionado poema.

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