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martes, 26 de julio de 2011

ALTAVOZ DE LAS RENDIJAS


Rendijas de voz al borde de la luz, cuerpos revolviendo el fósforo
de las sílabas, amaneciendo al borde las sienes, en las sienes,
 anocheciendo junto a las mochetas, entre estos brazos esenciales
de la calle, borbotones de piel mojada en la sed de los caballos
sumergidos en las aguas, relojes ahogados en las paredes súbitas...
Imagen tomada de :
Haystack Mountain, fondosf.blogspot.com200906blog-post.html





ALTAVOZ DE LAS RENDIJAS




So look at me now, I'm just making my play
Don't try to push your luck, just get out of my way…
SMALL FACES [BLACK AND BLACK]




Rendijas de voz al borde de la luz, cuerpos revolviendo el fósforo
de las sílabas, amaneciendo al borde las sienes, en las sienes,
anocheciendo junto a las mochetas, entre estos brazos esenciales
de la calle, borbotones de piel mojada en la sed de los caballos
sumergidos en las aguas, relojes ahogados en las paredes súbitas
de la ceniza, barrotes a medio fondo del graznido, incontables trenes
 olvidados en los durmientes del alambre de las semanas.
Entre una boca y otra boca, entre unos brazos y otros brazos,
entre unos ojos y otros ojos, las caras amarillas del deletreo,
el mapa derrumbado de las vacas gordas, las aguas golpeando
con la saliva de los perros, el césped de la tristeza inundado de charcos,
sueños rotos en la breña del delirio,
incontables algoritmos sin estrellas, ascensores de secos latidos,
camisas de hambrientos árboles, poyetones sordos, derretidos,
en la sábana difunta de la cama, buscando la lengua del altavoz,
el cenicero persiguiendo las colillas, molinos de bruces en los calcetines,
que el ojo deshace en su tambor de miedo.

(En el tejado deshago el musgo del calendario, el atajo de espejos
colgado de la puerta, boca ebria del pájaro hundido en la sombra
del caracol tutelar de los lóbulos; río esperando que se abra la rendija,
el papel celofán de los navíos,
el pan destruido del cierzo, la ternura del paracaídas de la hoja,
las cruces que debilitan mi saliva, la viga que llueve como el invierno
con sus poluciones de pino y trementina.
A veces resulta sordo el desayuno cuan do hay demasiada luz
entre las bragas, cuando la mucha ropa conspira en el dormitorio.)

Debo pensar en todas las fotografías que cuelgan de mi memoria,
en la debilidad de los juramentos, en el frío que gotea en la soledad,
en la herradura del lirio tragado por las luciérnagas,
En la armónica amarrada a la sed, en los toros de la tarde que arden
perseguidos por el arnés de un fuego sin nombre: de pronto tropiezo
con la hostilidad del estiércol;
siempre sucede cuando la fiebre arrecia, y en los alrededores nada
es previsible: entre las semanas, las palabras se vuelven dardos,
piezas del rompecabezas de la conciencia; a menudo toda sobremesa
carece de identidad propia: pero sigo. Es necesario seguir
aprendiendo junto al enemigo, la ciencia sempiterna del zodíaco.

Es imposible no estar insomne frente a la imagen de los símbolos;
justo a la par de los muertos,
donde la aguja de la desgracia, nos cubre a todos como sábana derretida,
como un suburbio de martillos machacados en la piedra de moler
de la respiración, centellas asonantes de esta oscura alegoría.

Barataria, julio de 2011

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