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sábado, 14 de agosto de 2010

JUEGOS DIURNOS DEL JUEGO

Jugamos todos los días a la gallina ciega de las falsas elegías.
Magnificamos el trompo inacabado del hoyo,
Cantamos a la inminencia de los días postreros con el escapulario
De los párpados, hinchamos los sentidos con los alabados,
Desde bocinas oscuras, desde los túneles locos de la saliva.
Autora de fotografía: Katarzyna-Widmanska








JUEGOS DIURNOS DEL JUEGO








la loca poesía baja las escaleras del cielo
trepa los árboles de la mañana
se adormila en las pestañan de los que nacen
de los que buscan la luz del mediodía…
SERGIO MONDRAGÓN








Jugamos todos los días a la gallina ciega de las falsas elegías.
Magnificamos el trompo inacabado del hoyo,
Cantamos a la inminencia de los días postreros con el escapulario
De los párpados, hinchamos los sentidos con los alabados,
Desde bocinas oscuras, desde los túneles locos de la saliva.
Aparte de llorar a los difuntos, le cantamos a la muerte con vivas
Y salmos. Agonizamos cuando el orgasmo rompe las vértebras.
En la carroña está nuestra mayor seducción.
Jamás la desnudez ha dejado de ser una sombra en la luz.
Después de todo, el misterio sólo lo encuentro en el trabajo colectivo
De las hormigas, en los soles negros de los gatos oscuros,
En la delicia de las democracias que dicen desde el púlpito: ¡Aleluya!
Y roncan como una meretriz de puterío barato.
Quien lame la luna, muerde la tierra en peligro de extinción.
Quien baja cegado por las campanas, es porque la sed lo lame
Como una serpiente con lengua de pesadilla.
Pero yo, siempre amanezco inyectado con sonidos de pájaros
Y un manglar de buitres bajo el chubasco.
Canto a la noche a pulmón abierto. Canto a esos juegos con bengalas
Artificiales que prepara el día con la carne propia y ajena
Colgada de un ensartador. Río de cada amor que me desvió de la calle
Recta y jugó con mi insomnio de líquidos hasta olvidar que el infierno
Es Paraíso, —hasta disolverme en la línea horizontal
Del ecuador terrestre del mundo.
Juraría que el rocío no es original en las legumbres. Hay suficientes
Palabras en blanco y negro colgadas de la ventana,
Por donde las moscas equilibran sus pestañas.
De pronto juraría, también, que subir al cielo es un fastidio:
El demasiado colesterol hincha los dedos de las manos, se pierde
El ombligo, y hasta el misal abatido del pubis.
—Por eso Eva se resistía a comer chucherías, sopa de patas de res,
Chicharrones de cerdo y aceite de coco.
Ah, el sol es de verlo en la oscuridad con guitarras que tengan paraguas,
Con palomas de castilla, ebrias de tanto musgo.
De seguro una carreta es más veloz que un cigarrillo, aunque
El cigarrillo tenga vida corta en la cosecha de la muerte.
A los niños ya no les gusta jugar con el invierno, —salvo que vos y yo,
Nos volvamos niños otra vez y juguemos de rodillas a este absurdo,
Que sabe a buscar espejitos y centavos en el suelo…
Barataria, 14.VIII.2010

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