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domingo, 28 de marzo de 2010

RÍO DE HUELLAS, SEDIMENTO…

Ya olvidé el vado de la risa y a cambio tengo esta impunidad
De todos los días: el golpe y el día raído de las aguas.
Ya olvidé el País donde vivíamos sin vigilias ni manos cortadas.
Ya olvidé zapatos, sábanas y almohada.

Autor de la fotografía: Armando Bernabeu







RÍO DE HUELLAS, SEDIMENTO…







Y bien, si es la verdad; sépalo el mundo;
Sientes sangrar tus pies, sientes vacío
Tu cielo azul; y tu dolor, profundo:
Ya es tiempo de gritar: ¡Valor, Dios mío!
FRANCISCO GAVIDIA

Ending my vigil strange with that, vigil of night and battle-field dim,
Vigil for boy of responding kisses, (never again on earth responding,)
Vigil for comrade swiftly slain, vigil I never forget, how as day brighten'd,
I rose from the chill ground and folded my soldier well in his blanket,
And buried him where he fell.
Walt Whitman
VIGIL STRANGE I KEPT ON THE FIELD ONE NIGHT







Ya olvidé el vado de la risa y a cambio tengo esta impunidad
De todos los días: el golpe y el día raído de las aguas.
Ya olvidé el País donde vivíamos sin vigilias ni manos cortadas.
Ya olvidé zapatos, sábanas y almohada.
Ahora me entregó a los corvos, al serrucho o al martillo.
Ya olvidé los códigos del escapulario y el derecho a la vida;
A cambio tengo, esta zozobra de todos los días con su vientre
De pajarraco. El miedo a que me llamen por mi nombre.
Ya olvidé los brazos que me dieron luciérnagas. El árbol de tu vientre.
Ahora tengo el absurdo en obleas,
El temor a los gusanos y al excremento.
Ya olvidé todas las infancias en el invierno de las aceras.
Olvidé los puertos. El cereal de los sueños. Ahora sólo tengo muertos.
Ahora sólo sal en las semillas y la mesa.
Aquí todo es circo o es noche: insectos, calaveras como cálidas
Corrientes. Nos velan los cascos del humo.
El País de los andrajos con sus viejos desórdenes.
El ojo del grito en los aleros. La lámpara ciega de los párpados.
Los días se abren a la sombra del gemido.
La boca de la tempestad nos muerde la piel. Parecemos ese libro
Ilegible de la noche. El ala rota de la vendimia. Las navajas del estío.
Sólo está el grito en el sedimento de las arenas.
El lecho náufrago de la aurora. La piel desollada del martirio.
En el corazón de este país ya no caben el orégano y el incienso.
Nos ha sido robado el lecho y la boca.
Estamos en el pantano de las brasas. La boca mordiendo la escoria.
La boca sin embargo, sobre la tumba, invocando arcanos
En este sedimento de muebles rotos. En esta cuchara de opaca
Dentadura. En este candil con arañas siniestras.
[¿Qué somos después de todo —vos y yo— en este País de la náusea?
¿Saldremos de estos centímetros de antropofagia, de este polvo
Incierto de la ley, de esta inmolación de años en la retina?
¡Qué País tenemos! Pájaro visible sólo en los manubrios del mercado.
Nos levantamos —vos y yo— con esa sensación de reposterías agrias.
Con los dedos en la boca para agilizar el vómito.
Con la conciencia sitiada por el vinagre. Con la llaga en el bolsillo.
Con la entraña maloliente de la sequía, con el absurdo repartido
En las calles. Con este almuerzo de tripas y hormigas].

Vivimos días de siniestra orina. De tuberculosis con colillas.
Nadie sabe quién le devorará la aurora. El pozo caótico donde caerá.
Este País juega a los sueños con espinas.
Este País tiene designios de espuelas. Chorrea atrios rancios.
Vos y yo, sin embargo, somos este País con escarabajos y arqueados
Almácigos. Con pañuelos y obscenidad.
Es duro reconocernos en esta balanza petrificada. Pero somos el País
Que hemos hecho. El País de los sueños degollados.
A veces pesa el disfraz, la sombra de la tortilla, pero este es el País
Que tenemos. El País envuelto en costales y tirado al barranco…
Barataria, 18.III.2010

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