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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ráfaga de desatinos

Habré vivido más que la espuma desesperada del tiempo.
Supongo que es alentador cuando se ha sobrevivido al terror.
Autor de la fotografía: Secundino Muñoz Vilchez

Ráfaga de desatinos





He aquí que viene el estío la estación violenta
y mi juventud ha muerto como la primavera
GUILLAUME APOLLINAIRE

y habré vivido una vida
con farmacias, gatos, sábanas, saliva,
periódicos, mujeres, puertas y otros surtidos,
pero en ninguna parte
un hombre vivo.
CHARLES BUKOWSKI





Habré vivido más que la espuma desesperada del tiempo.
Supongo que es alentador cuando se ha sobrevivido al terror.
Cuando uno está entrelazado a la frontera de los sueños,
Y la ráfaga de cualquier cosa, no hace añicos las sienes.
Resulta temerario morder las cascabeles y salir ileso.
Comer la fantasía junto a los primates,
Gotear la madrugada en la sed,
Perder la juventud en la ausencia de los fósforos,
Vaciar los propios pensamientos para adorar a los semidioses
Del momento, a los que habitan anónimamente la memoria.
He vivido entre la marejada de las muchachas, entre la fantasía
Fecal de ciertos ideólogos,
En la nocturnidad inminente de la orina,
En el gesto sin mesura de la porcelana.
Cada día muere la historia en sus vestíbulos de madera rancia.
Todos le apuestan a la mano diestra de los paraguas,
Pero olvidan la oblicuidad de las armónicas desafinadas.
En ninguna parte hay confesionarios para el hálito vivo.
Siempre los surtidores tienen el repertorio de los cipreses.
La luz cuando se vuelve doméstica pierde su lucidez de antorcha.
¿Quién dijo que la saliva es sólida cuando se desparrama
En los cafés de mala muerte y se respiran hurañas nostalgias?
—Siempre el político de turno dilapida el erario nacional
Con todos sus allegados. Y le pone cerco a los periódicos.
Cuando uno despierta, la inocencia se ha convertido en un antro.
Durante mi voz desvelada, he vivido todos los festejos a la muerte.
Nunca hay milagros después de la partida.
Ni sentimientos que coronen de paz la casa.
He vivido alzando las manos entre los breñales de la sequía:
—Por supuesto la demagogia ha hecho su alborada.
Por supuesto la euforia entretiene con su sedienta nube.
La mansedumbre no puede ser necesariamente una maleta fría
Del metabolismo. No puede ser lo inverosímil.
Los gajos del desatino ponen un velo a lo audible.
El aire se ha vuelto falso en las tapicerías del instinto.
Cuando creímos haber llegado a la ceremonia de los encajes,
Nos encontramos con lugares de violentos adoquines,
Con una pugna de mortales pétalos,
Con ese aldabón de las putrefacciones no identificables.
Los lugares de luz, tienen fondo de humo y telarañas.
A la par de cortinas y balcones filiales, se ciernen personajes
De dudosa hermenéutica e indescifrados escalofríos.
Barataria, 06.XII.2009

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