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viernes, 16 de octubre de 2009

A veces la luz-André Cruchaga

La luz, ¿cómo decir la luz en ti ofrecida,
Cifra de mi furtivo afán?








A veces la luz






A veces la luz se vuelve ceniza en la carne,
Cuando la carne vencida se torna silenciosa.
Un minuto puede horadar toda el alma:
Ese minuto ebrio de los pájaros.
La luz se hace visible en la terraza del pecho;
Esa luz de fondo y sin osamentas.
La luz es un árbol que madura en las alas;
Crepita ceñida a los párpados.
La luz deja siempre un reguero de sombras;
Su filo crispado late en el pálpito.
La luz abre los caminos de la tierra;
En cada uno evoco la suma de tu cuerpo.
La luz tintinea en mi propia sombra;
De pronto se vuelve inminente en las baldosas.
La luz sigue siendo la mano de un niño,
O un jardín de largos pétalos,
O una espada de angelical filo.
La luz siempre surca el miedo a los senderos;
Vierte su torrente en una flauta de hilos,
En la fragancia de los delantales domésticos,
En la trementina donde Dios vela con deleite.
La luz, ¿cómo decir la luz en ti ofrecida,
Cifra de mi furtivo afán?
—íntimo aleteo el hallazgo de su eco.
Mar donde el cuerpo es más fuerte que cualquier
Conquista, que el kerosene en las manos.
Terrible es, sin embargo, en la catarata de los sueños.
Terrible en el estío de los pétalos.
Fugitiva en los labios indecisos.
Sombra en los puños, muros o barrotes.
La luz, ¿en qué sueños desvela los frutos,
Ese sabor de tu paisaje sin códigos, sin límites?
—Bosque donde el insomnio lava todo olvido,
Y crecen los ojos junto al afán del horizonte.
Y habita el ansia en la lámpara de las hojas.
Y se abre el portal estrellado de las pupilas.
A veces la luz se torna insegura en las manos:
Escurridiza en el dintel, en los brazaletes,
En el tumulto de burbujas de la saliva, en el huracán
Del ansia, en los labios que dejan el mundo.
La luz, ¿dónde hunde su piel de ojos, abolida
Oscuridad de las tumbas, odre de azúcar?
—Sólo en los cuadernos donde se escribe el mundo
Y se forja la progenie. Sólo en tu anegada forma
De sueño. Mar secreto que no cabe en los bolsillos.
Sólo en tu bosque donde enfrío mis deseos
Para seguir siendo, hacia la risa, humano fuego.
Barataria, 16.X.2009

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