Paisaje
Negación de fotografías con café de fondo
Vuelvo a la destrucción de lo oscuro, equivocado, en cada
Porción de café diluido en los vasos de la noche.
Lentamente las fotografías ocupan el rumor de las escamas,
La pizca de universo conjetural que habita mi monotonía.
Hay nombres verticales reunidos en la habitación del caos.
Tu fotografía es un clavo en el fin de los tiempos: masa
Orgásmica girando en el descenso de mis pupilas…
No sé si hay certezas en esta rabia de fumarme la vida —ver
La polilla gritando como una cáscara, enfermar la respiración
En la avalancha de estos sorbos mudables del azúcar entre
La acumulación de tantas razones y olvidos —atávicos aromas
Indescifrados como liso parpadeo de la sangre en los dedos.
En este tiempo de gritos cualquier opinión resulta amenazante,
Por eso me quedo con este apetito de puntos suspensivos.
La verdadera felicidad está en negar las emociones,
Y ovacionar las defunciones, y aplaudirle a lo irracional
Siempre que los fósforos no se muden de las ventanas,
Y los sótanos alguna vez no sirvan para guardar esqueletos.
Uno vive tanto para morir olvidando cosas importantes:
Ver el cielo abierto en las líneas de la demencia,
Sentarse a platicar con los neumáticos, el horizonte
Fantástico de los naufragios, o esperar una visita perseguida
Por la policía o, hacer señales secándonos debajo de las sábanas.
Debo abrir las puertas de mi casa para quedarme ahondando
En el vacío, —a fin de cuentas es mejor que leer las noticias
Internacionales donde los tóxicos hacen la historia de manera
Espeluznante. Dejo los anteojos para no ver el día.
Las pesadillas gozan de mis pulmones igual que los cigarros.
Igual que las incongruencias este destino de la noche
En los alambiques de la fatalidad. Uno no puede fiarse
De la lengua maloliente de la neutralidad, de su jardín dorado,
De las alimañas que roban muchachas y las guardan
En frigoríficos, de la escupida seca que avienta la garganta.
La libertad depende de las posibilidades de la música,
De su murmurante palpitar, del mar amarillo que respiran
Los miedos y las identidades. —Siempre las reservas se quedan
En las fotografías, en esas fotografías atisbando la fatalidad.
Los dientes del respiro excavan en la oscuridad, jinetes
Distintos a los de mi infancia galopan, intrépidos en las sienes.
Respiro la última almohada en el rostro; nunca estás
Para despedirte con este lenguaje de martillos.
Tampoco hay fe, ni estoy apto sin zapatos para caminar sobre
El césped de la ausencia. Siempre es así la transparencia
De la sangre, las razones manufacturadas como las camisas,
Los reclamos al desamparo los fines de semana. Las espaldas
Del musgo circulan como una opción en el día.
Comienzo la semana siempre con una reserva de grises.
Soy hijo de las esquirlas: esa es la lógica de mis escenas fotográficas,
—Esa y no otra blande mis mejillas y aunque la aflicción clave
Sus latidos, sigo negando la levitación de las fotografías…
Barataria, 18.VIII.2009
Negación de fotografías con café de fondo
Vuelvo a la destrucción de lo oscuro, equivocado, en cada
Porción de café diluido en los vasos de la noche.
Lentamente las fotografías ocupan el rumor de las escamas,
La pizca de universo conjetural que habita mi monotonía.
Hay nombres verticales reunidos en la habitación del caos.
Tu fotografía es un clavo en el fin de los tiempos: masa
Orgásmica girando en el descenso de mis pupilas…
No sé si hay certezas en esta rabia de fumarme la vida —ver
La polilla gritando como una cáscara, enfermar la respiración
En la avalancha de estos sorbos mudables del azúcar entre
La acumulación de tantas razones y olvidos —atávicos aromas
Indescifrados como liso parpadeo de la sangre en los dedos.
En este tiempo de gritos cualquier opinión resulta amenazante,
Por eso me quedo con este apetito de puntos suspensivos.
La verdadera felicidad está en negar las emociones,
Y ovacionar las defunciones, y aplaudirle a lo irracional
Siempre que los fósforos no se muden de las ventanas,
Y los sótanos alguna vez no sirvan para guardar esqueletos.
Uno vive tanto para morir olvidando cosas importantes:
Ver el cielo abierto en las líneas de la demencia,
Sentarse a platicar con los neumáticos, el horizonte
Fantástico de los naufragios, o esperar una visita perseguida
Por la policía o, hacer señales secándonos debajo de las sábanas.
Debo abrir las puertas de mi casa para quedarme ahondando
En el vacío, —a fin de cuentas es mejor que leer las noticias
Internacionales donde los tóxicos hacen la historia de manera
Espeluznante. Dejo los anteojos para no ver el día.
Las pesadillas gozan de mis pulmones igual que los cigarros.
Igual que las incongruencias este destino de la noche
En los alambiques de la fatalidad. Uno no puede fiarse
De la lengua maloliente de la neutralidad, de su jardín dorado,
De las alimañas que roban muchachas y las guardan
En frigoríficos, de la escupida seca que avienta la garganta.
La libertad depende de las posibilidades de la música,
De su murmurante palpitar, del mar amarillo que respiran
Los miedos y las identidades. —Siempre las reservas se quedan
En las fotografías, en esas fotografías atisbando la fatalidad.
Los dientes del respiro excavan en la oscuridad, jinetes
Distintos a los de mi infancia galopan, intrépidos en las sienes.
Respiro la última almohada en el rostro; nunca estás
Para despedirte con este lenguaje de martillos.
Tampoco hay fe, ni estoy apto sin zapatos para caminar sobre
El césped de la ausencia. Siempre es así la transparencia
De la sangre, las razones manufacturadas como las camisas,
Los reclamos al desamparo los fines de semana. Las espaldas
Del musgo circulan como una opción en el día.
Comienzo la semana siempre con una reserva de grises.
Soy hijo de las esquirlas: esa es la lógica de mis escenas fotográficas,
—Esa y no otra blande mis mejillas y aunque la aflicción clave
Sus latidos, sigo negando la levitación de las fotografías…
Barataria, 18.VIII.2009
Impresionante poema, Andre. Lo privado y lo social se entremezclan de manera magistral. Una manera de percibir el mundo cercana al nihilismo feroz, pero...aún late el placer por todas las esquinas. Un gran uso de las metáforas como vehículos para percibir la realidad sin filtros. Metáforas muy realistas. Intensidad en la mirada de un mundo en descomposición donde el caos ha sustituído a todas las utopías.
ResponderEliminarUn paso más allá a aquellos versos de Rilke:
"Porque la belleza no es más que el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar".
Me ha gustado mucho este poema convulso, lúcido y desinteresado.
Ana
GRACIAS, ANA, POR TU PASO Y POR DEJAR ESE BELLÍSMO COMENTARIO.
ResponderEliminarTIENES TAZÓN TRATO DE HACER UNA SIMBIOSIS DE TODOS LOS ELEMENTOS QUE NUTREN AL POETA: REALIDADES EXISTENCIALES, EN FIN.
DESDE LUEGO ES LA VISIÓN DEL POETA QUE TIENE, POR LO DEMÁS, UN VISIÓN CAÓTICA DEL ENTORNO. A VECES LA METÁFORA ME SIRVE PARA FILTRAR ESOS ELEMENTOS HARTO CAÓTICOS.
DE NUEVO GRACIAS, Y RECIBE UN FORTISIMO ABRAZO.
ANDRÉ CRUCHAGA