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jueves, 24 de enero de 2008

Destino y memoria_Poema de André Cruchaga

Ilustración: Joan Miró






Destino y memoria




Los recuerdos viven y son como la vida.
Ayer era distinto: la conciencia gozaba
De respiración; ahora son las sombras
Las que en su bóveda nos guardan los sueños.
La soledad ha extendido su sábana
Por todo el planeta;
La alegría perdió su lengua de pájaro,
Respiración de cierzo, piel de flama centelleante,
Frente a jardines de humo, embriagadas
Pizarras de ceniza,
Espuma endurecida en la comisura de los labios
Como hedionda escarcha encarnada en el destino.


Recuerdo cuando la luz subía a toda hora
A mis sienes,
Y de los labios nacían bengalas y petardos
De alegría:
Amar es arder frente a un jardín de cielos
Asumidos por las calles del aliento;
Amar es deshacerse y respirar las estrellas
Con los brazos abiertos
Y callar y desmayarse sobre la hojarasca,
Traspasar el suspiro y meter los pies en el agua
De los rieles donde los ferrocarriles humedecen
Sus vagones con apretados itinerarios…

Todo deja de ser, sin embargo, y se torna memoria.
Memoria, también, de huesos porosos,
Uñas rasgando la materia como en vísceras
De felinas ventanas.
Memoria la mirada reescribiendo el alfabeto,
Entre bocas desfallecientes y recesiones nefastas,
Donde sólo cabe el frío y, acaso, el rechinar
De los guijarros con sonrisa agonizante.

Pero la vida es así. Se vive a través de la memoria
Para construir el soplo de pequeños instantes,
Días de embriagados pupitres, mese de calmada
Impaciencia,
Años porfiados de labios y deseos,
Personas soñadas, idas que ya no están
Y sin embargo, nos miran con esos otros ojos de lo inefable.
A menudo la oscuridad es tan vasta
Que no se ve la propia desnudez ni la ajena,
Esa otra desnudez del recuerdo y no de las palabras.

La memoria se alza y suena sus campanas,
Hasta que la sangre suelta violines
Y los poros —enrojecida amalgama—se tornan sonata
De sutiles regadíos…
Barataria, 24.01.2008.
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