Ilustración: Joan Miró
Tiempo agotado
Ya este tiempo que vivimos caducó
En sus posibilidades;
Ha muerto el presente, y sólo tenemos,
Un mundo de huesos, mutaciones del aire,
Máscaras que no salvan el sueño, ni la vigilia:
Vivimos el revés de lo posible, en constante
Final, afirmando el golpe y el zarpazo,
Surcos al vacío hundiendo la esperanza.
Muere también el futuro en su reprimible
Papel periódico de todos los días:
Los nidos los deshace el viento; caen
En niebla de nudos ciegos, en lenguaje sin vocales,
En agazapada mueca de suspiros: —pedazos
De balbuciente traumatismo.
La claridad la andamos en la suela de los zapatos:
El destino, ahora, es una pantalla putrefacta
En los invernaderos:
Imprescriptibles ventanas revelan espacios ciegos.
Ser no es indicativo. Ser ha cambiado sus llaves.
El futuro es incierto entre tanto ojo devastado:
Todo el horizonte tiene una ondulación tórrida:
Lenguas de desierto lamiendo la garganta
Del planeta…
Habitaciones con polilla en sus armarios,
Madera agotada del cansancio, oscuridad de horas,
Sedientos huesos en las pupilas,
Coches-bomba reverberando en los relojes
Como nutrido murmullo de agujas.
Obstinada insensatez brega en el diario vivir:
¿De qué materia está hecho el tiempo?
¿Hacia dónde nos consume su escama errática?
Su vida. Su vacío. Su hoguera: —símbolo
De la inanidad;
Carcoma de lo errátil, centella de la ruina.
Ya este tiempo, en sus pasos, muestra cansancio:
Dejó su humanidad por el bramido; el respiro,
Por la convulsión;
El sombrero apretado de la tristeza se yergue
Como un faro de apretada niebla,
Como el surtidor nauseabundo de la orina
Desparramada en la acera de los antros.
Pronto caerá la lluvia sobre el tejido
De este tiempo impronunciable.
Barataria, 31.01.2008.
Tiempo agotado
Ya este tiempo que vivimos caducó
En sus posibilidades;
Ha muerto el presente, y sólo tenemos,
Un mundo de huesos, mutaciones del aire,
Máscaras que no salvan el sueño, ni la vigilia:
Vivimos el revés de lo posible, en constante
Final, afirmando el golpe y el zarpazo,
Surcos al vacío hundiendo la esperanza.
Muere también el futuro en su reprimible
Papel periódico de todos los días:
Los nidos los deshace el viento; caen
En niebla de nudos ciegos, en lenguaje sin vocales,
En agazapada mueca de suspiros: —pedazos
De balbuciente traumatismo.
La claridad la andamos en la suela de los zapatos:
El destino, ahora, es una pantalla putrefacta
En los invernaderos:
Imprescriptibles ventanas revelan espacios ciegos.
Ser no es indicativo. Ser ha cambiado sus llaves.
El futuro es incierto entre tanto ojo devastado:
Todo el horizonte tiene una ondulación tórrida:
Lenguas de desierto lamiendo la garganta
Del planeta…
Habitaciones con polilla en sus armarios,
Madera agotada del cansancio, oscuridad de horas,
Sedientos huesos en las pupilas,
Coches-bomba reverberando en los relojes
Como nutrido murmullo de agujas.
Obstinada insensatez brega en el diario vivir:
¿De qué materia está hecho el tiempo?
¿Hacia dónde nos consume su escama errática?
Su vida. Su vacío. Su hoguera: —símbolo
De la inanidad;
Carcoma de lo errátil, centella de la ruina.
Ya este tiempo, en sus pasos, muestra cansancio:
Dejó su humanidad por el bramido; el respiro,
Por la convulsión;
El sombrero apretado de la tristeza se yergue
Como un faro de apretada niebla,
Como el surtidor nauseabundo de la orina
Desparramada en la acera de los antros.
Pronto caerá la lluvia sobre el tejido
De este tiempo impronunciable.
Barataria, 31.01.2008.
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