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miércoles, 5 de septiembre de 2007

Cerrada noche del sueño_André Cruchaga

Pintura: Joan Miró





Cerrada noche del sueño





Cerrada noche del sueño, el cerrojo,
La puerta del camino;
Nada queda sobre el suelo:
—Ahogo y locura son grandes;
El gemido del recuerdo, espeso.
Cada minuto se torna lección de ceniza.
El presente es un meteoro de fugitivo
Entusiasmo
Bajo la boca de peces rotos.
Ya no me esperes. Déjame ahora
En el umbral de la penumbra
Con una plantación de odio en la boca
Y un incendio rasgándome los ojos.
La soledad nos une y nos separa;
La soledad, ahora, ahogando las palabras.
—Te escondes hoy. Te vas negando el retorno.
Ayer, apenas, la luz era inmensa:
—Luz buscando el evangelio de los cuerpos,
El lecho sin sábanas, el reino trenzado de campanas;
El camino tenía cara definida,
El arco iris no era fugaz mariposa,
Sino fuego encendido en el rostro.
—Te escondes, hoy. Te llevas el árbol de la luz.
—Te niegas, hoy. Niegas el ala en las pupilas.

El viento arde en el ave de las sienes;
El césped pierde la huella de los zapatos:
—Toda tú en mí —habla el insomnio
Y el largo cinturón de la niebla.
—No sé si duermes o huyes en el viento;
Sobre el mar tu rostro, irrepetible sal
Sobre la ola del alma,
Cópula imaginaria abriéndose en los poros,
Cuando la pulsación se vuelve visible bandera
Y el horizonte colma los ojos de intemperie.
—Toda tú en mí: audible seno en mi boca:
Río abrasado en la continuidad del beso,
Redonda guitarra goteando sobre mi cuerpo.


Vas por calles de frío;
—el invierno crece en la desnudez de los párpados,
Los gritos del pájaro salen de las pupilas
En noches compartidas.
—Noche de ambos, los cuerpos poseídos,
Las imágenes insuperables en la memoria,
El trance de ya no ser…

Todo duele, —casas sin techo, la aurora destruida,
Por la negación de la risa.
—Somos ya espejos sin raíces,
Camino sin transeúntes,
Fracaso de la alegría…

—Te niegas, ahora. Me niegas. Nadie sube
Con los brazos abiertos a la cama,
Ni hacia dentro, el fuego revienta campánulas.
—Y sin embargo, todo sabe al sabor de tu pubis.
Duele no amar el infinito,
Duele no quitarle las aldabas de la tristeza a las ventanas,
Duele buscarte cuando cantan los gallos,
Cuando los pétalos del sueño caen
Como arrugados granizos del tiempo.

—Dueles, ahora. Dolemos
“Como aves que no pueden volver su propio cuerpo
(al) aire”…
Barataria, 05. 09.2007.
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