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viernes, 13 de octubre de 2023

IMPOSTURA DE LOS AÑOS VOLCADOS EN SUEÑOS

 


©Pintura de Joan Mitchell


IMPOSTURA DE LOS AÑOS VOLCADOS EN SUEÑOS

 

 

He puesto a remojar la barba de las falsedades: vacío los ojos

en la desfachatez apremiante de la camisa de fuerza

de los enmascaramientos. Aquí confuso de días e inclemencias.

(Ahora sé que ninguna palabra es inocua y menos la bóveda

de júbilos hechos sombra), ni los pájaros son estrategas de turismo.

En el ínterin de la lectura, la fonética tiene su propia demencia,

(me permito decirlo, previo a rasgar mis vísceras de hastío),

y ver las relojerías en catálogos desprendidos de establos

y los párpados mordidos por una herida dulcemente distante.

De pronto la malicia, la farsa y el engaño cogen vida propia:

la escritura es magma o solo tutelado equilibrio de espantapájaros.

Yo me quedo sin ofertar mis otredades, mis olvidos de páramo

intenso. La noche se impone entre sueños y asaltos.

Aquí en este pájaro circular, el hígado de la escarcha

como otros objetos ávidos de analgésicos, de albas en el aliento.

Supongo que hay todavía espacio en el subsuelo para las vacas flacas

de la masturbación. O, al menos para simular cualquier silencio.

(Después de todo ya me acostumbré al almanaque de los ratones

y a las entrepiernas disecadas de los relámpagos en una deshonrosa

aldaba de moho. Huele a estanque de embutidos.)

Cuanto veo es el eco del abandono el que me obliga

a reclamarle a los labios, al paisaje de la modorra la permeabilidad

de tanto destrozo: avanza la locura sobre la razón, entonces sé

que se oxida el paisaje en estos arañazos del azogue.

 

San Francisco, California, 2013

 

Del libro: «Burdel Bahía St.», 2013

© André Cruchaga


domingo, 1 de octubre de 2023

DISFRAZ CON ESTRÍAS COMO DIRÍA KEATS

 

©Pintura de Joan Mitchell


DISFRAZ CON ESTRÍAS COMO DIRÍA KEATS

 

 

¿Cuántos rostros caben en un solo disfraz? ¿Cuántas apoplejías

inundan la risa? Oscurece el espejo cuando asciende el aliento,

nos muerde el viento con su desafiante clandestinidad:

de alguna manera la historia no cabe en un solo rostro acostumbrado

a la lógica letal del tiempo; buscamos el comienzo de todo mientras

la vida transcurre en la bestia. Las palabras visten la desnudez.

Deambulo entre calles «satinadas de humedad y doblajes absurdos.»

Siempre somos ese clown que ríe y llora el drama del vuelo,

callamos ante el domo del tiempo, lloramos en el árbol de ceniza:

(siempre el espejo nos habla de lo indecible más allá del lenguaje

y los pensamientos. Mordemos las crueldades del mundo.)

De pronto, somos tantas vidas en el fango que es locura

todo lo que el ojo incendia en medio de las sombras.

Desde los sueños somos siempre el disfraz que reinventa la moldura

de cada momento de asedios y lóbregas coyundas de catecismo.

Entre la cruz inminente de la gota del alba, un cristal de niebla,

habita la horqueta doble de los ijares, el césped que soporta

los destellos. Somos la nomenclatura del asalariado entre profusas

pistolas forjadas para hoscos museos de libertad.

Todo acaba siendo degradado a mueca, no a simple pasatiempo.

No sé si valga la pena seguir buscando un alambique de monedas sucias

en la respiración de lo insólito, o guardar silencio en el motín

de los hacinamientos del tótem arrancado a los sueños de animal herido.

 

San Francisco, California, 2013

 

Del libro: «Burdel Bahía St.», 2013

© André Cruchaga