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sábado, 27 de mayo de 2023

CONTRAPARTIDA

 

©Pintura de Joan Miró.


CONTRAPARTIDA

 

le Temps règne; il a repris sa brutale dictature. Et il me pousse,

comme si j’étais un boeuf, avec son double aiguillon.

CHARLES BAUDELAIRE

 

Al otro lado del aliento de la desnudez, la hoja que se renueva con la brisa. Una ventana transparente que se agolpa en las manos, quizás el sigilo de la noche frente al espejo. O, una línea lejana que el tiempo devora. En tierra, la alegría con esparadrapos, la respiración hiriente de las oscuridades. (Se nos fue todo, excepto un telegrama de ataúdes en medio de un manojo de ecos.) Debajo de la pendiente, las cerraduras oxidadas y sudorosas del disfraz, aquel barniz de sangre del pájaro descompuesto, los días fríos en trenes de barro. Todo tiene sentido cuando aletea el vacío sobre la almohada y llueve de remate sobre la corteza de las piedras. En la contrapartida, el musgo de repente suspendido en la borrosidad de un nombre vacío. Ahora discierno «el tiempo de las barcas.»

 Del libro: «Un fuego desmemoriado», 2020

© André Cruchaga


martes, 9 de mayo de 2023

TAN SOLO ASÍ

 

©Pintura de Joan Miró.


TAN SOLO ASÍ

  

Uno se pierde en el largo camino de los ojos: agua sin descanso como el eco de los cementerios. A cada palabra el tiempo tardío en los ojos, el bisturí de las negaciones sin un disparo de afrodisíacos. —En vano se arremolina tu voz en la almohada calcinada de la vida. «A veces tengo miedo si el vino no me apaga la sed tan violenta que dejas en la boca», esa sed que tan solo moje mis labios. A ratos un pájaro de espinas sostiene mis manos, un árbol flotando en la borrasca de mis barcos. Aúlla cada uno de los estertores en la acuciosidad de un respiro sostenido en las cicatrices.

 

Del libro: «Un fuego desmemoriado», 2020

© André Cruchaga


lunes, 1 de mayo de 2023

DÍAS QUEMADOS

 

Obra pictórica de Joan Miró


DÍAS QUEMADOS

 

Y para colmo los días quemados de la tormenta, y el polvo lleno

de nudos. Y la impureza de las uñas por doquier.

El pájaro negro del aliento se mueve en medio de toda esta oscuridad, 

y vos, mientras tanto, en la rama rutilante

de los desfallecimientos.

¿Acaso la claridad es otra suerte de enajenación?

—Es el límite de los cristales al oído,

esta palpitación de pozos resbaladizos;

o los zapatos que avanzan sobre el despeñadero,

o las manos ateridas

sobre la piedra donde cavan los dientes hasta lo inmutable.

 

No quiero más mundo abrasado. Al tocar las semanas me asalta

la sospecha. Y el infierno que nos acabará mordiendo.

 

En los grandes emporios del mundo no hay tregua

para los desperdicios,

ni para la antigüedad de los balcones colgados de los espejos.

 

Uno aprende a vivir entre malhechores y tinieblas,

entre la soledad que te roba el cuerpo,

o sobre una piel donde ya no caben las caricias.

Para mi sangre, las ascuas ciegas sobre el pálpito, el sonido apretado

de la flama, las aldabas derruidas de saliva.

 

En cualquier parte, nos encontramos con cansancios:

huyo de este desorden

y de las pesadumbres; suplico al tiempo y elevo mis brazos

y plegarias.

 

En las calles asumo el silencio como los cientos de bocas

que no hablan por miedo a la indolencia del abismo.

Tras de las paredes los puños rotos.

Al final, solo me queda el camino de la memoria o del olvido.

El camino para tejer

y destejer

lo raído

que yace frente

a los ojos.

 

Del libro: Los que resistimos a la penumbra, 2023.

© André Cruchaga