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jueves, 23 de septiembre de 2021

YA HE CALLADO MUCHO TIEMPO

 

© Obra pictórica Gerhard Richter


YA  HE CALLADO MUCHO TIEMPO

 

  

Cuánto tiempo he callado, cuánto tiempo he perdido,

cuánto tiempo he soñado mirando con los ojos

arrasados de lágrimas, como ahora,

Antonio Colinas

 

 

Es casi religión este silencio de muralla,

este silencio obediente al deshojamiento de los ojos,

fiel a una dura imposición en los párpados,

áspero tiempo cuando ríes a la distancia:

solo hay recuerdos en el camino de la memoria,

trenes que se cansan en la piel,

memoria de rostros que aprenden de la lluvia soñada del sollozo;

nací callando entre sombras hermanadas de amuletos;

callé también en el extravío que me prodigaron las palabras,

en el tronco inerme del árbol plantado

en el traspatio del cuerpo de la sequía.

Como en el camino borrado por el viento, me queda,

apenas, el desamparo y la lápida mortuoria

y aletargada de aquellos ojos primogénitos de la ternura.

 

De Camino disperso, 2021

©André Cruchaga



lunes, 20 de septiembre de 2021

INFANCIA EXTRAVIADA

 

© Obra pictórica Joan Mitchell



INFANCIA EXTRAVIADA

 

  

En el éxtasis matutino

Canta con una rama encendida en cada mano

Predice las hermosas catástrofes

Soñadas en tu infancia

Rosamel del Valle

 

 

Esa infancia tiene el rostro tapado, sombras en los ojos, pecho y costillas y respiración, desnudos en la resbaladiza redondez del camino. Hay un canto hueco en la garganta, un espejo de peces fijos en la espalda, o la simple aridez del sueño hasta que el éxtasis se torna ceniza, frenética lluvia en el pocillo de los poros. Nada es posible desde entonces: caduca el poniente y los crepúsculos; nada queda del candil doméstico, ni siquiera aquella lealtad suscrita en el surco mojado del delirio. Todo estaba destinado para los adioses, sin día, sin caminos, sin semanas.

 

De Camino disperso, 2021

©André Cruchaga


domingo, 5 de septiembre de 2021

ANFITEATRO DEL SUICIDA

Imagen Pinterest



ANFITEATRO DEL SUICIDA

 

 

Las sábanas de los suicidas están siempre limpias.

Se duchan antes del acto.

Carlos Martínez Rivas

 

 

Algo de fugacidad hay en el filo de las mudanzas, en la cobija furtiva que arropa los cadáveres, en esa suerte de escapulario que cuelga de los taxidermistas de la noche: en la indumentaria del suicida hay momentos para jugar con el tiempo póstumo, tomarse los altares como un anfiteatro, desvivirse en la pócima de los ungüentos, sin humedecer en la impunidad de estos días, tan bucólica, —por cierto—, como el destino de la orfandad. Nadie cuestiona los latidos del poniente, ni siquiera el candelabro que amanece en medio del silencio de las palabras. Por si acaso, el día está cerrado como la herida ciega en las grafías de una parábola.

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De ‘Camino disperso’, 2021

©André Cruchaga


 

jueves, 2 de septiembre de 2021

ETERNITAT DE PEDRA │ ETERNIDAD DE PIEDRA

 

© Obra pictórica de  Franz Klines


ETERNITAT DE PEDRA

 

 

Nuestras latitudes se cruzan en la misma estrella,

y miramos el mismo cielo en la eternidad,

sin embargo, no podemos vernos el uno al otro.

Fazil Hüsnü Daglarca

 

 

Des d’aquesta frontera d’ombra del karma, la distància seca dels ulls com aquesta eternitat que adula el desig. Sempre ens evadeix la llanterna oscil•lant de la súplica, o l’ocàs amb les seues inflexions genuflexes, o el buit d’ofrena de lascívia amb la seua crueltat de mitjanit. Ens fartem d’aquesta eternitat de pedra al centre dels talons, o de la falsa llengua de la tendresa: vivim, però, enmig del terror de canelobres de fúries celestials. Res no hi ha a la porta de ferro del cel, ni tan sols èxtasi en el tuf de la còpula incinerada al primer bull del cucleig. Només hi ha ofecs comuns en l’estrèpit de sang dels amants.

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. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

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ETERNIDAD DE PIEDRA

 

 

Nuestras latitudes se cruzan en la misma estrella,

y miramos el mismo cielo en la eternidad,

sin embargo, no podemos vernos el uno al otro.

Fazil Hüsnü Daglarca

 

 

Desde esa frontera de sombra del karma, la distancia seca de los ojos como esa eternidad que adula el deseo. Siempre nos evade la linterna oscilante de la súplica, o el ocaso con sus inflexiones genuflexas, o el vacío de ofrenda de lascivia con su crueldad de medianoche. Nos hartamos de esa eternidad de piedra en el centro de los calcañales, o de la falsa lengua de la ternura: vivimos, sin embargo, en medio del terror de candelabros de furias celestiales. No hay nada en la puerta de hierro del cielo, ni siquiera éxtasis en el tufo de la cópula incinerada en el primer hervor del graznido. Solo hay ahogos comunes en el estrépito de sangre de los amantes.

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De ‘Camino disperso’, 2021

©André Cruchaga


miércoles, 1 de septiembre de 2021

SUERTE DE DESPLOME

 

Imagen de la red



SUERTE DE DESPLOME

 

 

Los ojos de los cadáveres

Miraban petrificados y tristes.

Behcet Necatigi

 

 

Siempre fue así frente al lienzo del paisaje tenue: ráfagas de un cementerio petrificado, como rostros esculpidos con niebla y tile. Todo cambió a insomnio desde entonces, a un diluvio de sed sobre la tierra. (Ambos con el rictus de la muerte en la boca, ese diluvio que destroza alas y raíces. Ese infierno sin reemplazo como una pocilga destinada al polvo.) Hasta ahora no han tenido los ojos otro desenlace, sino esta suerte de desplome definitivo. En el pecho solo un cementerio de aguacero, un ruego de herejías en la brasa del aliento que repite fonógrafos petrificados, o una cópula ahogada en el corazón de la ausencia.

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De ‘Camino disperso’, 2021

©André Cruchaga